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domingo, 28 de marzo de 2021

SILENCIAR AL MENSAJERO

El nombre del italiano Galileo Galilei está muy ligado a la revolución científica, ya que dedicó su vida a la búsqueda del conocimiento y de la verdad. Albert Einstein dijo acerca de Galilei que es el «padre de la ciencia moderna», lo cual hace justicia a la dimensión de su trabajo por el cual se le puede considerar como uno de los pioneros del método científico; sin embargo, Galileo tuvo que enfrentar el dogmatismo de los caudillos religiosos de su época, así como también de aquellos con mentalidad caudillista que se resistían a aceptar los nuevos conocimientos aportados por el científico, filósofo, físico y matemático nacido en Pisa. Fue conminado a presentarse ante la inquisición católico-romana que lo obligó a retractarse de sus investigaciones que contradecían la idea geocentrista defendida por los jerarcas de la iglesia católica ¡Ellos prefirieron silenciar al mensajero antes que reconocer la verdad universal expuesta por el intelectual!
En la literatura universal se pueden hallar otros ejemplos acerca de la práctica de silenciar o matar al portador de los mensajes que no les convienen a los receptores intolerantes frente a la exposición de verdades universales inviolables e irrefutables ¡Ante la imposibilidad de contradecir el mensaje prefieren atacar al mensajero!

La Real Academia Española RAE define el vocablo «debatir» como «Dicho de dos o más personas: Discutir un tema con opiniones diferentes». El debate tiene unas normas básicas para que quienes participan en él lo hagan de forma razonable, pero existen ciertas prácticas que se hacen de forma intencional con la finalidad de desviar la atención del tema central que se discute. Me refiero a las falacias que la RAE define como «Engaño, fraude o mentira». Una de las falacias más usadas es el argumento ad hominem (contra el hombre)​, de la que el ataque al mensajero es una ligera variante, que consiste en desacreditar a la persona que presenta un argumento, criticándole sin responder o hacer referencia a lo que se expone; es decir, se ataca a la persona, pero no al argumento.

Esa fue la falacia usada por los caudillos de la religión católica para intentar detener la verdad científica expuesta por Galileo Galilei y también para pretender frenar el mensaje de los reformadores como Martín Lutero ¡Hasta el tiempo presente se han negado al debate usando otra falacia: la de autoridad! ¡No quieren arriesgarse a perder el dominio que mantienen sobre aquellos que no se atreven a pensar con libertad!

«Silenciar o matar al mensajero» es una práctica deshonesta usada también por los caudillos políticos cuando se expone un argumento que contradice sus propuestas contrarias a las verdades universales descubiertas hace mucho tiempo por hombres de ciencia y, por consiguiente, irrealizables en el mundo real; cuando un periodista les formula preguntas inconvenientes para su popularidad, en lugar de responder prefieren «silenciar al mensajero» atacándolo con señalamientos que según ellos le quitan credibilidad al periodista. De igual forma responden algunos ante la opinión pública cuando se les abre una investigación por parte de algún órgano de control, su argumento es denunciar que el funcionario encargado de investigarlo «es familia de algún vecino de una tía del cuñado del primo de la secretaria de algún delincuente» ¡Si un ciego afirma que la luz brilla, entonces criticarán al ciego por hacer esa afirmación siendo incapaz de poder observar las destellos de la luz!

Yo he dedicado varios años a estudiar algunos temas específicos, por lo que los conocimientos que he acumulado me han sido de gran utilidad para el buen desempeño de mis actividades laborales en diferentes municipios de Córdoba, Sucre, Antioquia y ahora de Santander; para mí esa es una razón de gran importancia para no rehuirle al debate y en vista de que algunos me contradicen en asuntos que conozco y en los ellos tienen menos experiencia, yo acudo al método socrático, que ya he explicado, con el objetivo de que ellos encuentren la iluminación por sus propios medios; sin embargo, su reacción es poco amigable cuando la vocecita dentro de sus cabezas responde a mis preguntas y entienden, por sí mismos, que la «verdad» que defienden es insostenible.

Hace algunos meses comencé a alimentar mi blog y las redes sociales con contenidos de los temas en los que tengo algún dominio con el fin de compartir lo que he aprendido con quienes no tienen conocimientos al respecto o con quienes teniéndolos estuvieran interesados en dialogar sobre ellos, ya que tengo una preferencia por el «diálogo» que se define como «Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos»; he recibido elogios y mensajes de admiración por esta tarea, pero también he recibido críticas que en las últimas semanas se han centrado en mi vida personal y familiar y que, en consecuencia, han dejado de lado la esencia de los temas que publico; sin embargo, yo tengo muy clara la enseñanza de Platón cuando afirmó que «Los sabios hablan porque tienen algo que decir, los tontos hablan porque tienen que decir algo».

También he dicho muchas veces que yo no reconozco enemigos, pues incluso con quienes he tenido diferencias en el pasado hoy mantengo unas relaciones cordiales enmarcadas dentro del respeto y la consideración. No me ha gustado victimizarme y esta no va a ser la primera vez que lo haga, pues aunque al igual que los demás creyentes en Jesucristo sé que si alguien me pega en una mejilla debo ofrecerle también la otra, también sé que solo tengo dos mejillas. Otros prefieren poner sus mejillas para que les peguen una y otra vez, incluso algunos son capaces de poner hasta las nalgas cuando se cansan de que les peguen en el rostro. Yo en cambio he aprendido a responder (no siempre con palabras) en la justa medida de lo que merecen los ataques que recibo, pero no me dejo silenciar con facilidad.

Galileo se mantuvo firme cuando dijo «Y, sin embargo, se mueve» después de que la inquisición le ordenara retractarse y lo condenara a prisión perpetua por demostrar que la Tierra se mueve y que ésta no es el centro del universo, así también yo soy el portador de un mensaje desagradable para mis contradictores: ¡Aquí sigo opinando, no me voy a dejar silenciar! ¡Mientras Dios me lo permita todavía tengo mucho para decir!

domingo, 21 de marzo de 2021

MORALIDAD ADMINISTRATIVA: PRINCIPIO CON TEXTURA ABIERTA

 

A finales del año 2020 visité a uno de mis compañeros de estudios que es uno de los pocos verdaderos amigos que Dios me ha permitido cosechar en mi recorrido por este mundo. Entre muchas anécdotas, él me recordó que nuestro profesor de filosofía me daba la responsabilidad de calificar las evaluaciones de mis compañeros y que yo le asignaba a cada uno de ellos las notas que sus resultados merecían, sin que yo le diera mayor importancia a que mi forma de actuar me trajera discordias con ellos. Mi amigo me preguntó durante la amena conversación que sostuvimos si todavía yo seguía teniendo la rectitud de aquellos tiempos juveniles. Mi respuesta estuvo acompañada del relato de algunos acontecimientos de mi vida que respaldan que mi conducta sigue siendo coherente con los mismos principios que tenía en aquella época, con la diferencia de que ahora tengo más conocimientos y más experiencias acerca del comportamiento de los seres humanos.

Durante muchos siglos la ética y la moral han sido estudiadas y discutidas por diferentes escuelas de pensamiento y aunque no existe un concepto universal para éstos términos, se puede decir que la moral es el conjunto de valores, principios, normas de conducta y prohibiciones de un individuo o grupo humano determinado, que se usa como modelo ideal de una buena conducta aceptada por una sociedad, mientras que la ética estudia la moral y determina lo que es bueno o malo; es decir, la ética es la ciencia del comportamiento moral de los seres humanos.

La semana pasada cité el artículo 209 de la Constitución Política de Colombia para decir que el propósito de la función administrativa del estado es la satisfacción de las necesidades generales de la población, de conformidad con los principios en ella consagrados, por lo cual los individuos que ejercen funciones administrativas, de manera permanente o transitoria, deberían hacerlo con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración de funciones (Constitución Política de Colombia y Ley 489 de 1998). Como se puede ver, uno de esos principios es la moralidad administrativa cuyo concepto jurídico es indeterminado o de textura abierta, por lo cual el Consejo de Estado en sus intentos por ofrecer claridad sobre el tema definió este principio como «el derecho que tiene la comunidad a que el patrimonio público sea manejado de acuerdo a la legislación vigente, con la diligencia y cuidados propios de un buen funcionario»; sin embargo, eso y nada es casi lo mismo, pues decir que el patrimonio del estado se maneja según lo que dicen las leyes vigentes cuyo concepto de moralidad administrativa es indeterminado es «dar un giro de trescientos sesenta grados».

Como ya dije, los conceptos de ética y de moral han sido muy estudiados, concluyendo en dos líneas de pensamiento muy claras: Una de ellas se refiere a la moralidad objetiva que está basada en lo externo de los individuos que son inspirados por un paradigma superior de moralidad que no cambia y, en consecuencia, sus conceptos morales tampoco lo hacen; por otro lado, se encuentra la moralidad subjetiva que depende de la situación de cada individuo, de su cultura y de sus gustos, por lo cual es cambiante, es contradictoria y varía de una persona a otra; la moralidad subjetiva facilita lo que denominamos la «multimoralidad» o «relativismo ético» que es la posición de quienes niegan la existencia de los absolutos morales y, por lo tanto, afirman que no hay moral en lo bueno o en malo, sino que éstos se basan en las normas de una sociedad.

Para ilustrar lo anterior, se puede decir que los multimoralistas consideran que es aceptable matar a un ser humano no nacido, pero es inaceptable matar a un ser humano nacido que se ha alzado en armas contra una sociedad, aunque no haya cumplido la mayoría de edad; los relativistas éticos son los mismos que dicen acerca de sus caudillos «no importa que roben mientras hagan»; a ellos también les incomodan las verdades y quienes las exponen, porque ponen al desnudo las mentiras de los multimoralistas que han pretendido relativizar las verdades, aunque éstas hayan sido demostradas por las ciencias ¡Hablan de que cada uno tiene su verdad de la misma forma en que afirman que no es necesario que lo bueno para uno no deba serlo para otro! ¡Una «verdad relativa» es una mentira, pues la verdad siempre es absoluta!

En una ponencia que presenté hace algunos años durante la celebración del día del administrador público organizada por la Universidad de Cartagena en el Centro Cultural Raúl Gómez Jattin de Cereté (Córdoba) expuse la siguiente reflexión: Si durante una crisis económica en una calle oscura un hombre desconocido y armado se le acerca mientras usted lleva comida para su familia, ¿Usted preferiría que ese desconocido sea: Un moralista objetivo que tiene la convicción de que robar y matar es malo o un moralista subjetivo que tiene una necesidad, cree que tiene derecho a despojarle de sus bienes porque es injusto que usted tenga más que él y que puede adaptar su moralidad a las circunstancias del momento?

Yo no sé si mi profesor de filosofía me ponía la tarea de calificar a mis compañeros para probar los principios por los que se guiaba mi conducta o para enseñarme que el mundo real que debía enfrentar fuera de las aulas de clases tenía que vivirlo con la misma integridad con la que desempeñaba aquel pequeño trabajo, aunque ello fuera la causa de que algunos se enemistaran conmigo y se alejaran de mí dejando conmigo solo a quienes tienen un estándar moral como el que orienta mi comportamiento.

Por lo anterior, quiero finalizar mi opinión de hoy con las siguientes conclusiones:
  1. Los principios morales son importantes en el hogar, en el ámbito laboral, en la sociedad y en cualquier rol que desempeña un individuo.
  2. Si no existe un paradigma superior de moralidad, entonces no es posible juzgar lo que es bueno o malo, ya que en una sociedad multimoral lo bueno, lo malo, la justicia y la verdad son considerados relativos.
  3. Sólo porque un grupo de personas (mayoría o minoría) piense que algo es bueno no lo hace bueno.
  4. El relativismo ético es un peligro para una sociedad o para un estado.
  5. La función administrativa tiene un propósito colectivo, por lo que debería estar orientada por valores morales absolutos y no subjetivos.
  6. La moralidad administrativa es un principio constitucional que los buenos servidores públicos deben aplicar en todo momento y circunstancia.

domingo, 14 de marzo de 2021

EL QUE MANDA TIENE QUE HACERSE COMO EL QUE SIRVE


«Es mejor ser útil y provechoso que ser importante. El gran problema que atraviesa nuestra época, la presente y venidera generación es que muchos no quieren ser útiles, sino muy importantes» fue una de las frases pronunciadas por Winston Leonard Spencer Churchill, quien además de ser reconocido por su liderazgo en Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1953.

En una ocasión los discípulos de Jesucristo discutían acerca de quién de ellos debía ser considerado el más importante, pero el Gran Maestro de origen judío los exhortó con las siguientes palabras: «Entre los paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y a los jefes se les da el título de benefactores. Pero ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes tiene que hacerse como el más joven, y el que manda tiene que hacerse como el que sirve. Pues ¿quién es más importante, el que se sienta a la mesa a comer o el que sirve? ¿Acaso no lo es el que se sienta a la mesa? En cambio yo estoy entre ustedes como el que sirve», por lo cual todo aquél que se considere cristiano debería seguir la instrucción «ustedes no deben ser así», sino que deberían procurar ser útiles y provechosos para quienes les rodean.

Quizás, apreciado lector, no te consideres seguidor de las enseñanzas de Jesucristo o menosprecies el pensamiento de Churchill, pero por tu bienestar y el éxito de tus iniciativas deberías meditar en la implementación de sus instrucciones. Solo quienes logran poner al servicio de los demás los productos de sus ocupaciones o profesiones alcanzan el éxito, ya que al ser útiles y provechosos para otros pueden hacer que estos quieran pagar un precio a cambio del beneficio que obtienen de que se les sirva, si no lo logran solo estarán condenados al fracaso en ese propósito.

En Colombia existen 1.274.103 servidores públicos que se encuentran bajo el imperio de la Constitución Política que en el artículo 209 señala que «La función administrativa está al servicio de los intereses generales y se desarrolla con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración de funciones»; sin embargo, muchos de esos servidores públicos se preguntan, al igual que aquellos primeros discípulos de Cristo, cuál de ellos debería ser considerado el más importante y, por lo tanto, se comportan más como jefes que como servidores; quienes así piensan están convencidos de que el resto de la población debería darles el título de benefactores y rendirles toda clase de pleitesía, mientras ellos le tratan con tiranía.

Un servidor público colombiano, además de conocer y aplicar los principios de la función administrativa, debería estar al servicio de los intereses generales de la población y, en especial, de aquellos que no tienen los medios o los conocimientos para acceder con facilidad a la oferta institucional del estado.

El pensador chino Confucio dijo «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida» y Steven Paul Jobs afirmó que «La única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Si no lo has encontrado aún, sigue buscando. No te conformes. Como todo lo que tiene que ver con el corazón, te darás cuenta cuando lo encuentres»; en consecuencia, solo quien disfruta cada vez que pone al servicio de los demás el producto de su trabajo, encuentra la felicidad todos los días de su vida, pero quienes lo hacen solo por el dinero que reciben a cambio, también hallarán frustraciones a diario.

Asimismo, yerran quienes piensan que por el cargo que ocupan o por el trabajo que desempeñan el resto de la humanidad debería rendirse ante ellos y obedecerles así como los súbditos se subordinaban ante el mandato de los reyes. ¡Nosotros no debemos ser así! Nosotros debemos ser ejemplo y poner al servicio de los demás los dones, los talentos, las capacidades, los conocimientos y todo lo bueno con lo que la Divina Providencia nos ha equipado para hacer que nuestro peregrinaje por este mundo sea útil y provechoso.

domingo, 7 de marzo de 2021

TANTO MERCADO COMO SEA POSIBLE

Yo pienso que no es necesario hacer demasiada ilustración para que alguien pueda entender que no debe imitar el estilo de vida de una persona con altos ingresos económicos si no produce los ingresos suficientes para financiar los altos gastos que ello demanda y mucho menos si se encuentra por debajo de la línea de pobreza o de indigencia. He conocido algunos casos de personas que pretendiendo aparentar lo que no son o lo que no tienen solo han logrado acumular una gran cantidad de deudas, ya que sus gastos han superado a sus ingresos y para cumplir con las obligaciones económicas que contrajeron para pagar sus apariencias han tenido que empeñar no solo su presente sino también su porvenir. Asimismo, los gobiernos de las naciones en vía de desarrollo o pobres no deberían tener un gasto público en el mismo nivel o en un nivel superior al de las naciones desarrolladas, ya que su producto interno bruto es insuficiente para sostener niveles de gasto tan altos. Lo que sí deberían hacer las personas y las naciones es imitar lo que han hecho los individuos y las naciones que han elevado sus niveles de desarrollo o de progreso.

Uno de los ejemplos más significativos de superación es la nación alemana, que después de dos guerras mundiales presentó altos porcentajes de desempleo, hiperinflación y devaluación de su moneda hasta el punto en que sus habitantes usaban el trueque para sus intercambios comerciales; además, en 1949, fue dividida en dos naciones, una de ellas fue Alemania Occidental (República Federal de Alemania) y la otra Alemania Oriental (República Democrática Alemana). El primer canciller de la República Federal de Alemania fue Konrad Hermann Joseph Adenauer, lo cual hizo que fuera reconocido como uno de los forjadores del «milagro económico alemán», llevando a esa nación a triplicar su producto interno bruto en solo quince años gracias a las medidas económicas liberales que implementaron y que siguen implementando en la actualidad.

Adenauer dejó constancia de que «Sólo quedó una vía para salvar nuestra libertad política, nuestra libertad personal, nuestra seguridad, nuestra forma de vida, desarrollada desde hacía muchos siglos, y que tenía como base un concepto cristiano y humano del mundo: una firme conexión con los pueblos y países que tengan las mismas opiniones que nosotros sobre Estado, Persona, Libertad y Propiedad» para señalarle a sus compatriotas el camino que debían seguir para volver a disfrutar del progreso que habían experimentado antes de 1914.

No sorprende que el autor del libro «La ética protestante y el espíritu del capitalismo» sea un alemán, el sociólogo y economista Maximilian Karl Emil Weber, cuya lectura recomiendo para quienes se encuentren interesados en conocer la relación entre los principios y los valores de la doctrina cristiana y la superación de la pobreza a través del capitalismo.

Algunos piensan que el milagro económico alemán se dio gracias a las inversiones económicas de Estados Unidos para reconstruir a los países destruidos durante la Segunda Guerra Mundial a través de lo que se conoció como el Plan Marshall; sin embargo, Reino Unido y Francia no alcanzaron los niveles de crecimiento de Alemania Occidental a pesar de haber recibido mayor cantidad de recursos económicos de inversión; tampoco se logró que las naciones asiáticas que también recibieron ayudas económicas estadounidenses durante la postguerra lograran los niveles de desarrollo que alcanzó la Alemania que se decidió por el liberalismo económico. ¿Qué podemos decir los colombianos que hemos recibido durante dos décadas recursos económicos de Estados Unidos a través del Plan Colombia? ¿Han sido útiles esos recursos para que los pobres superen su condición económica?

A Adenauer se le conoce también por su frase «Tanto Mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario» que ha sido la máxima usada por quienes promueven la Tercera Vía. No obstante, en América Latina anhelamos los niveles de desarrollo de naciones como Alemania, pero insistimos en imitar de forma tonta lo que hacen naciones como Cuba, Venezuela o Argentina al implementar «Tanto Estado como sea posible, tanto Mercado como sea necesario»; estimulamos el crecimiento del tamaño de los estados mientras frenamos la productividad de los mercados.

En la actualidad el porcentaje del gasto público colombiano es superior al alemán. Colombia tuvo una caída en su PIB del 6,8% durante el año pasado, mientras la de Alemania fue del 4,9%. En 2020 el PIB per cápita de Alemania fue de 40.070 euros (173.554.293 pesos), mientras que el de Colombia fue de 19.903.493 pesos (4595,29 euros).
¿Cómo podemos ser una nación próspera si limitamos la producción de riquezas? ¿Se puede redistribuir una riqueza que no se genera? ¡Nos hemos acostumbrado a redistribuir pobreza en lugar de riquezas! Las riquezas se producen en los mercados y son éstos los que financian el gasto público de los gobiernos; en consecuencia, si queremos imitar el milagro económico alemán, entonces es necesario que existan tantos mercados como sean posibles, mientras limitamos el tamaño del estado solo a lo necesario.