Yo pienso que no es necesario hacer demasiada ilustración para que alguien pueda entender que no debe imitar el estilo de vida de una persona con altos ingresos económicos si no produce los ingresos suficientes para financiar los altos gastos que ello demanda y mucho menos si se encuentra por debajo de la línea de pobreza o de indigencia. He conocido algunos casos de personas que pretendiendo aparentar lo que no son o lo que no tienen solo han logrado acumular una gran cantidad de deudas, ya que sus gastos han superado a sus ingresos y para cumplir con las obligaciones económicas que contrajeron para pagar sus apariencias han tenido que empeñar no solo su presente sino también su porvenir. Asimismo, los gobiernos de las naciones en vía de desarrollo o pobres no deberían tener un gasto público en el mismo nivel o en un nivel superior al de las naciones desarrolladas, ya que su producto interno bruto es insuficiente para sostener niveles de gasto tan altos. Lo que sí deberían hacer las personas y las naciones es imitar lo que han hecho los individuos y las naciones que han elevado sus niveles de desarrollo o de progreso.
Uno de los ejemplos más significativos de superación es la nación alemana, que después de dos guerras mundiales presentó altos porcentajes de desempleo, hiperinflación y devaluación de su moneda hasta el punto en que sus habitantes usaban el trueque para sus intercambios comerciales; además, en 1949, fue dividida en dos naciones, una de ellas fue Alemania Occidental (República Federal de Alemania) y la otra Alemania Oriental (República Democrática Alemana). El primer canciller de la República Federal de Alemania fue Konrad Hermann Joseph Adenauer, lo cual hizo que fuera reconocido como uno de los forjadores del «milagro económico alemán», llevando a esa nación a triplicar su producto interno bruto en solo quince años gracias a las medidas económicas liberales que implementaron y que siguen implementando en la actualidad.
Adenauer dejó constancia de que «Sólo quedó una vía para salvar nuestra libertad política, nuestra libertad personal, nuestra seguridad, nuestra forma de vida, desarrollada desde hacía muchos siglos, y que tenía como base un concepto cristiano y humano del mundo: una firme conexión con los pueblos y países que tengan las mismas opiniones que nosotros sobre Estado, Persona, Libertad y Propiedad» para señalarle a sus compatriotas el camino que debían seguir para volver a disfrutar del progreso que habían experimentado antes de 1914.
No sorprende que el autor del libro «La ética protestante y el espíritu del capitalismo» sea un alemán, el sociólogo y economista Maximilian Karl Emil Weber, cuya lectura recomiendo para quienes se encuentren interesados en conocer la relación entre los principios y los valores de la doctrina cristiana y la superación de la pobreza a través del capitalismo.
Algunos piensan que el milagro económico alemán se dio gracias a las inversiones económicas de Estados Unidos para reconstruir a los países destruidos durante la Segunda Guerra Mundial a través de lo que se conoció como el Plan Marshall; sin embargo, Reino Unido y Francia no alcanzaron los niveles de crecimiento de Alemania Occidental a pesar de haber recibido mayor cantidad de recursos económicos de inversión; tampoco se logró que las naciones asiáticas que también recibieron ayudas económicas estadounidenses durante la postguerra lograran los niveles de desarrollo que alcanzó la Alemania que se decidió por el liberalismo económico. ¿Qué podemos decir los colombianos que hemos recibido durante dos décadas recursos económicos de Estados Unidos a través del Plan Colombia? ¿Han sido útiles esos recursos para que los pobres superen su condición económica?
A Adenauer se le conoce también por su frase «Tanto Mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario» que ha sido la máxima usada por quienes promueven la Tercera Vía. No obstante, en América Latina anhelamos los niveles de desarrollo de naciones como Alemania, pero insistimos en imitar de forma tonta lo que hacen naciones como Cuba, Venezuela o Argentina al implementar «Tanto Estado como sea posible, tanto Mercado como sea necesario»; estimulamos el crecimiento del tamaño de los estados mientras frenamos la productividad de los mercados.
En la actualidad el porcentaje del gasto público colombiano es superior al alemán. Colombia tuvo una caída en su PIB del 6,8% durante el año pasado, mientras la de Alemania fue del 4,9%. En 2020 el PIB per cápita de Alemania fue de 40.070 euros (173.554.293 pesos), mientras que el de Colombia fue de 19.903.493 pesos (4595,29 euros).
¿Cómo podemos ser una nación próspera si limitamos la producción de riquezas? ¿Se puede redistribuir una riqueza que no se genera? ¡Nos hemos acostumbrado a redistribuir pobreza en lugar de riquezas! Las riquezas se producen en los mercados y son éstos los que financian el gasto público de los gobiernos; en consecuencia, si queremos imitar el milagro económico alemán, entonces es necesario que existan tantos mercados como sean posibles, mientras limitamos el tamaño del estado solo a lo necesario.
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