En el año 1995 el Ministerio de Educación Nacional me otorgó la Distinción Andrés Bello por mis resultados en las Pruebas de Estado del ICFES (hoy denominadas Pruebas Saber 11). En esa ocasión obtuve 73 puntos sobre 80 posibles en conocimientos de matemáticas. Ese resultado fue consecuencia de años de dedicación al estudio de la hermosa «ciencia de los números» que me facilitó adquirir conocimientos matemáticos de gran utilidad para el desempeño de diferentes actividades a lo largo de lo que ha sido mi vida hasta ahora y para comprender otras disciplinas del conocimiento humano; además de los conocimientos de matemáticas, otra de las disciplinas que me apasiona es «la madre de todas las ciencias», considerada así porque a partir de ella surgieron diferentes ciencias, incluidas las matemáticas.
La filosofía permitió también que se desarrollaran diversos métodos para la producción de conocimiento en las diferentes ciencias. El método científico es uno de ellos; sin embargo, de todos los métodos de pensamiento mi favorito es el método socrático, conocido como mayéutica, que por sus raíces etimológicas se relaciona con la partería o con la «técnica de asistir en los partos»; se cree que Sócrates desarrolló este método porque su madre era partera. La mayéutica consiste en la utilización del diálogo, la dialéctica o demostración lógica para que los interlocutores descubran por sí mismos las ideas o los conceptos que se encuentran escondidos detrás de los datos, la información o los conocimientos que se han obtenido con anterioridad. ¡La mayéutica es útil para la autoformación!
Cuando inicié la lectura y el estudio de la Biblia aprendí el método inductivo que usa preguntas básicas para comprender cualquier texto: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¡El método QQCCDP! Este método tiene mucha relación con el método socrático, con la diferencia de que la mayéutica se puede aplicar en diferentes ambientes de aprendizaje y no solo en la interpretación de textos. Eso me ha ayudado a poner en práctica que «más vale un cuestionamiento pendejo, que un pendejo que no cuestiona».
El alumno más aventajado de Sócrates fue Platón, quien mediante algunas de sus obras quiso mostrarnos los diálogos que su maestro sostenía con tertulianos de la época. Al leer esos diálogos no sorprende encontrar que muchos de los interlocutores de Sócrates se sentían intimidados, menospreciados, ofendidos, entre otras emociones que les impedían tener la claridad de lo que buscaba el pensador griego al motivarlos a buscar las respuestas por sí mismos. Jesucristo provocaba reacciones similares en sus interlocutores cuando cuestionaba sus pensamientos, emociones, conducta o creencias.
Solo un individuo que pone en práctica la mayéutica puede comprender la importancia del pensamiento socrático en la búsqueda del conocimiento y de la verdad y, por lo tanto, puede entender lo que quiso decir el filósofo con sus famosas palabras «Solo sé que nada sé» o «Conócete a ti mismo», entre otras que hacen parte de su legado, así como también puede sumergirse en las profundidades de las palabras del Maestro de maestros cuando sentenció que «conocerán la verdad, y la verdad los hará libres».
No hay comentarios:
Publicar un comentario