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domingo, 31 de enero de 2021

SECTOR PÚBLICO Y SECTOR PRIVADO

La educación que recibimos en los primeros años de nuestra vida es el fundamento sobre el cual se levanta toda la estructura intelectual que adquirimos después. En la escuela a muchos (quizás a todos) se nos enseñó que el sector público es la solución a todos los problemas de la sociedad y que, por el contrario, en el sector privado se acumulan todos los males; así lo advirtió el ganador del Premio Nobel de Economía de 1974, el economista y filósofo austriaco Friedrich August von Hayek «La generación de hoy ha crecido en un mundo donde, en la escuela y la prensa, se ha representado a la empresa como deshonrosa y la obtención de beneficios como inmoral, y donde dar ocupación se considera explotación, pero donde mandar sobre otros es honorable», pero la realidad contradice esa enseñanza ya que todos, sin excepción alguna somos agentes privados que con nuestros recursos económicos sostenemos al aparato estatal administrado por una minoría de individuos que se consideran indispensables, pero cuyo aporte al producto interno bruto de la nación es nulo.

El biólogo suizo Jean William Fritz Piaget logró ser influyente en la pedagogía moderna gracias a sus estudios sobre el desarrollo intelectual, con base en los cuales sentenció que «Si un individuo es pasivo intelectualmente, no conseguirá ser libre moralmente». En concordancia con esa idea, el Siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces porque el movimiento intelectual denominado la Ilustración logró influenciar a muchos individuos con las luces del conocimiento y de la razón. Con fundamento en esa iluminación se encendió la chispa que llevó a la liberación de las naciones del yugo de las monarquías. Uno de los grandes intelectuales y exponentes del pensamiento liberal que fue influenciado por las luces de la Ilustración fue el economista y legislador francés Claude Frédéric Bastiat quien pudo discernir que «Todo el mundo quiere vivir a expensas del Estado, pero olvidan que el Estado vive a expensas de todo el mundo» para hacerle comprender a sus compatriotas y luego a nosotros que el éxito del sector privado no se debe al sector público, sino que si algo bueno puede hacer el sector público es gracias al sector privado.

Quienes defienden las ideas del pensamiento estatista que busca aumentar el poder del sector público aumentando los tributos al sector privado y estatizando diferentes sectores de la economía deben tener en cuenta la realidad expuesta en los párrafos anteriores, ya que el estado no es una lámpara mágica que concede los deseos del individuo para satisfacer sus necesidades o sus lujos solo frotándola. Los deseos o anhelos de muchos se estrellan contra la realidad. El estado tiene un límite real de gastos que es lo que produce el sector privado, pero si el estado mediante la coerción expropiara la totalidad del producto interno bruto, entonces ¿Qué le quedaría a los individuos que conforman el sector privado para satisfacer sus necesidades y pagar su estilo de vida por su propia cuenta? ¿Cuál sería el estímulo de quienes conforman el sector privado para seguir produciendo y aportando ingresos para la sostenibilidad del gasto del sector público?

¿Los individuos que administran los recursos públicos son agentes públicos o agentes privados? ¿Los proveedores de bienes y servicios de las entidades públicas son agentes públicos o privados? ¿Los contratistas de obra pública son agentes públicos o privados? ¡Los 1.274.103 servidores públicos de Colombia también hacen parte del sector privado!
Los campesinos, los trabajadores formales e informales, los empresarios, los profesores, los médicos, las enfermeras, los ingenieros, los arquitectos, los abogados, los administradores y, en fin, todos los individuos que conforman la sociedad son parte del sector privado y gracias a lo que hacen cada día para producir ingresos, mantener a sus hogares o a sus empresas y aportar algo al presupuesto de ingresos del estado logran que el sector público pueda ser sostenible a pesar de no aportar algo a la producción. El sector privado produce los ingresos, mientras que el sector público solo produce gastos.

Dialoguemos, por ejemplo, del gasto del sector público en educación, el cual en el Presupuesto General de la Nación de la vigencia fiscal 2021 se encuentra alrededor del 5% del PIB colombiano. La nación hace el recaudo que le corresponde y luego cumple con las transferencias a las diferentes entidades públicas que no tienen otro papel que el de gastarse esos recursos. Entre esas entidades del sector público se encuentran las universidades públicas, las instituciones educativas de primaria, secundaria y educación media, las entidades territoriales (departamentos, distritos y municipios), con autonomía para gastarse los recursos públicos de acuerdo con sus presupuestos. No obstante, muchos de los administradores de esas entidades carecen del conocimiento en administración y, por lo tanto, ignoran sus principios, por lo que el gasto público que está bajo su responsabilidad no se usa como debería, sino para que esos «administradores» se muestren a sí mismos como benefactores y como caudillos sin los cuales las entidades públicas no funcionarían bien.
Entre las entidades públicas que administran el gasto de educación está la Universidad de Córdoba, que es una de las universidades públicas que más recursos ha recibido en los últimos años; sin embargo, otras instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas, muestran mejores indicadores que ésta a pesar de que administran menos recursos públicos (las privadas no tienen acceso a esos recursos estatales a menos que estudiantes de los programas Ser Pilo Paga o Generación E hallan decidido estudiar en alguna de ellas). En la actualidad la universidad es un campo de batalla entre quienes se atornillaron al poder para administrar esos recursos públicos y quienes aspiran a quitarles ese poder, mientras se presume que la población juvenil que se encuentra por debajo de la línea de pobreza tiene que mendigar ante los caudillos políticos locales para aspirar a obtener un cupo que les permita continuar sus estudios superiores. ¡Así funciona el mundo real a diferencia del paraíso ideal que nos ofrecen los estatistas!

Bastiat también afirmó que «Creer que el gobierno puede cambiar las leyes de la economía es como creer que podemos cambiar las leyes de la física», advirtiéndonos que cualquier gobierno que ofrezca la posibilidad de intervenir las leyes del mercado es un «vendedor de humo» y que sus propuestas son una imposibilidad dentro del mundo real. Lo único real que lograrán es que el mercado reaccione para equilibrar la ecuación, como lo expuse hace algunas semanas.

Por lo anterior, no solo es una equivocación pensar que el sector público es la panacea y que el sector privado no tiene algo bueno que ofrecerle a la sociedad; además de que es una idea muy tonta atacar, paralizar, desestimular, acabar, deshonrar, saquear, vilipendiar al sector privado, entre otras muchas malas prácticas; es como darse un tiro en el pie.

domingo, 24 de enero de 2021

EL IMPERIO DE LA LIBERTAD

El artista francés Frédéric Auguste Bartholdi dijo «Lucharé por la libertad, lo pediré a los pueblos libres. Trataré de glorificar la República allí, hasta que la reencuentre un día entre nosotros»; este reconocido escultor fue el autor del monumento «Libertad que ilumina el mundo» más conocido como la «Estatua de la Libertad», que fue un obsequio del pueblo francés al pueblo estadounidense para conmemorar el primer centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.

La Constitución Política de los Estados Unidos está vigente desde el 17 de septiembre de 1787, es considerada como la constitución vigente más antigua y ha sido enmendada en veintisiete (27) oportunidades, a diferencia de Colombia que en solo dos (2) siglos ha tenido diez (10) constituciones políticas: Constitución del Socorro (1810), Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada (1811), Constitución de Cúcuta (1821), Constitución Neogranadina (1832), Constitución Política de la República de la Nueva Granada (1843), Constitución de la Nueva Granada (1853), Constitución Política de la Confederación Granadina (1858), Constitución Política de los Estados Unidos de Colombia (1863), Constitución Política de Colombia de 1886 y Constitución Política de Colombia de 1991.

La Constitución Política de Colombia, promulgada el 4 de julio de 1991, ha sido modificada alrededor de medio centenar de veces en menos de treinta (30) años y como señalé en Mi Opinión Dominical «DEMOCRACIA PARTICIPATIVA» del 27 de diciembre pasado «Mediante la Constitución de 1991 se fortaleció la democracia representativa en detrimento de la democracia participativa», lo cual quiere decir que la mentalidad caudillista de nuestra nación privilegia a quienes ostentan el poder político, mientras limita las libertades individuales y el control que los ciudadanos pueden ejercer sobre quienes hacen parte de los poderes del estado.

Esta debilidad constitucional colombiana permite que un caudillo pueda comprar congresistas a través de prácticas corruptas, como por ejemplo entregarles notarías para que modifiquen un «articulito» que les permita confeccionar la constitución política a la medida de lo que necesita y que en el próximo período constitucional el caudillo de turno de nuevo modifique el texto constitucional según lo que más le convenga, mientras que quienes con el esfuerzo de su trabajo sostienen el exorbitante gasto estatal que ellos se pelean por administrar, les toca mirar con impotencia todo lo que hacen para llegar o para atornillarse al poder, recorriendo el mundo financiados por los tributos del pueblo o por los fajos de billetes entregados por contratistas del estado que de forma oculta guardan en bolsas de basura, mostrándose en el metro de Nueva York, haciendo compras en centros comerciales de Argentina, pidiendo «caridad» al gobierno español o comprando «ferragamos» que luego meten al barro sin problemas porque saben que tienen el poder para reemplazarlos por todos los pares de zapatos que ellos quieran.

En la nación del «Sueño Americano», en cambio, el pensamiento caudillista está limitado no solo en su constitución política sino también en su misma cultura que privilegia la libertad del individuo por encima del poder de sus gobernantes, por eso yo no creo que el totalitarismo tenga alguna oportunidad en Estados Unidos y, a pesar de que fue necesario que se uniera el poder político estadounidense, con el poder de los medios de comunicación, incluidos los poderosos de las redes sociales, para quitarle la presidencia a un individuo antiestablecimiento y devolvérselo a uno de los suyos, cuando el pueblo norteamericano ve en peligro sus libertades actúa en contra de los autores de esas amenazas.

El hoy presidente de Estados Unidos, venció en las elecciones primarias de su partido a la propuesta socialista y aunque es un político que ha vivido de los recursos públicos durante más de cuatro (4) décadas debe someterse al imperio de la libertad proclamado e instituido en la Constitución de los Estados Unidos de América.

Es muy probable que con la finalidad de comprar apoyo internacional (al mejor estilo de quienes compran congresistas al interior de sus países) para seguirse inmiscuyendo en los asuntos internos de otros países y para manejar a su antojo las negociaciones que se hacen por debajo de la mesa a nivel global, el nuevo gobierno federal estadounidense le devuelva a la ineficiente burocracia internacional los recursos económicos que le quitó el anterior gobierno, pero yo no creo que el mundo se vaya a venezolanizar más de lo que lo hizo en el año 2020 gracias a las decisiones gubernamentales influenciadas por la Organización Mundial de la Salud con fundamento en la epidemia causada por el virus chino. La venezolanización del mundo se vio reflejada en la caída de la producción de riqueza (PIB mundial), la multiplicación de la pobreza en contra de la tendencia de reducción que se venía presentando, la limitación de libertades individuales y el abuso de poder por parte de los gobernantes.

Así que a quienes desde el 20 de enero del presente año ya no ven a Estados Unidos como el causante de todos los males del planeta y que mantienen la esperanza de que el mundo termine siendo un paraíso como Cuba, Venezuela o China, en mi modesta opinión les digo que van a tener que esperar a que el pueblo norteamericano deje de valorar su libertad por encima de los intereses caudillistas que seguirán usufructuando los recursos públicos que la democracia les permite administrar en beneficio de unos cuantos. Mientras existan los estados existirá corrupción, ya que como he venido reiterando: El tamaño de la corrupción es directamente proporcional al tamaño de los estados.

domingo, 17 de enero de 2021

«ES MEJOR LLEGAR A SER QUE HABER NACIDO SIENDO»

El 22 de noviembre de 2020 publiqué mi opinión dominical titulada «QUIEN TIENE EL CONOCIMIENTO, TIENE EL PODER», con la finalidad de mostrar la importancia del conocimiento como factor productivo y de esa manera estimular a mis lectores a buscarlo y a adquirirlo; no obstante, uno de los comentarios que se hicieron a través de la red social Facebook para refutar mi opinión fue «El poder lo maneja es el billete», pero me sorprendió y a la vez me dio mucha tristeza que quien escribiera aquello para contradecir mi forma de pensar fuera alguien que conocí en su desempeño como docente. Respeto la opinión de los demás en la misma dimensión en que espero que la mía sea respetada y si un profesor prefiere creer que el dinero (capital) es el factor productivo de más importancia defenderé su libertad de hacerlo, así como la de quienes consideren que el trabajo o la tierra son más importantes y en la misma medida en que defiendo la mía. Lo más probable es que esa diversidad de pensamiento conduzca a una desigualdad natural de resultados.

A pesar de lo anterior, mi opinión acerca de la importancia del conocimiento no se ha transformado. Movido por la convicción que tengo sobre ese particular es que escribo cada semana para los que me leen e intento motivar a los individuos que se encuentran más cercanos a mis círculos familiares y sociales para que fortalezcan su conocimiento de la vida, en las esferas que más les gusten o en las que ellos consideren convenientes, con la finalidad de facilitarse las circunstancias en que quieren vivirla.

Cuando mi hijo era un niño muy pequeño a veces no sabía cómo hacer algo y yo lo retaba con una pregunta: «¿Ese objeto o esa situación es más inteligente que tú?» Le preguntaba hasta que él me respondía que no y, luego, con gran satisfacción lo veía buscar y encontrar la forma de resolver su dificultad por sus propios medios. Pocas veces acudió a mi en búsqueda de ayuda para sus estudios, solo hasta que enfermó y dejó de asistir a clases durante un par de semanas me consultó algo sobre matemáticas. No tardé más de 20 minutos en explicarle cuando me interrumpió para decirme que ya había entendido. Ese día comprendí que había logrado mi objetivo en su formación intelectual.
Yo tengo la convicción de que todos los seres humanos tenemos un gran potencial para sobreponernos a las adversidades y eso me impide aceptar la mentalidad caudillista de creer que alguien más puede hacer por mí lo que yo estoy en capacidad de hacer con mis propias fuerzas. Por ello en mi hogar, con mi esposa no solo nos ocupamos en darle un buen ejemplo a nuestros hijos, sino en motivarlos a superarse, a aprender y a ser mejores cada día. Los resultados nos han llenado de muchas alegrías en repetidas ocasiones, ya que a pesar de venir de familias con muchas privaciones, hoy tenemos una hija profesional en Geografía y especializada en Sistemas de Información Geográfica; asimismo, mi sobrino que creció bajo nuestro mismo techo, recibió un merecido reconocimiento en el Programa Ser Pilo Paga y hoy está a las puertas de graduarse como profesional en Comunicación y Lenguajes Audiovisuales de una de las mejores universidades del país; hace tres años nuestra segunda hija también fue galardonada en el Programa Ser Pilo Paga como una de las mejores estudiantes y hoy cursa su carrera de Medicina en una universidad colombiana con alta acreditación; solo faltaba nuestro hijo menor por finalizar sus estudios de bachillerato y lo hizo en un año atípico en el que con un buen puntaje hoy es uno de los opcionados a hacer parte del Componente de Excelencia del Programa Generación E del Ministerio de Educación Nacional.
Debo manifestarles que esa labor no solo me he esforzado en realizarla debajo de mi techo, sino que la he hecho con todos los jóvenes y amigos a los que mi Dios me dio la oportunidad de mentorear o discipular. Mis satisfacciones van mucho más allá de lo económico al ver la realización de los planes de vida de muchos de ellos, apartados de los vicios, de la corrupción, de las malas prácticas y viviendo con conductas intachables como miembros de la sociedad, siendo un ejemplo a seguir en medio de sus generaciones. ¡Muchos me han expresado la admiración que sienten por mí, pero ignoran que yo siento mayor admiración por ellos!

A todos ellos y a mis hijos les dedico la frase «Es mejor llegar a ser que haber nacido siendo» que se encuentra grabada en una placa a la entrada del museo que se hizo en el lugar donde se encuentra la chocita natal del humanista y escritor colombiano Marco Fidel Suárez en Bello (Antioquia), quien a pesar de haber nacido rodeado de muchas carencias llegó a ser Presidente de la República hace un siglo; por eso no puedo finalizar esta publicación sin hacer un reconocimiento especial a la Institución Educativa Marco Fidel Suárez de Ciénaga de Oro (Córdoba), que lleva su nombre, en la cual han sido formados miles de jóvenes de las zonas urbanas y rurales de sus alrededores y en la que se han graduado muchas personalidades que han dejado una huella imborrable en la historia de nuestra patria chica. Allí tuve la dicha de estudiar durante seis años y ahí estudiaron mis hijos. Yo espero que su cuerpo de profesores le siga dando al conocimiento la relevancia que merece a diferencia de aquellos que piensan que el poder lo maneja el dinero, pues «Los que creen que el dinero lo hace todo, suelen hacer cualquier cosa por dinero» (François-Marie Arouet Voltaire).

domingo, 10 de enero de 2021

REGLA FISCAL

De mi difunto padre aprendí que si no queremos enfrentar dificultades económicas, entonces nuestros gastos no deben ser mayores que nuestros ingresos. Si los gastos superan a los ingresos, entonces se presenta lo que se conoce como déficit; sin embargo, yo solo pude comprender este concepto hasta que tuve que aplicarlo en la administración de mis gastos personales y de los gastos de mi hogar. La norma «los gastos no deben ser mayores que los ingresos» también es aplicable en la administración de los negocios o de las empresas y en la gestión de los recursos públicos de la nación, de los entes territoriales o de cualquier otra entidad estatal.

El gasto público se financia mediante los tributos de la población, con la venta de los activos públicos o con deuda pública. Es necesario que todo aquel que exige mayor gasto por parte del estado entienda que debe estar dispuesto a que los gobiernos aumenten las tasas de tributación o el número de individuos que deben tributar, o a que el estado deba vender, «privatizar», dar en concesión sus recursos o aumentar el endeudamiento público que también debemos pagar todos los que hacemos parte de la población, incluidos nuestros descendientes.

Asimismo, el aumento de los gastos del hogar o de los gastos personales hace imperativo que se incrementen los ingresos, que se deba recurrir a la venta de las propiedades familiares o personales o al endeudamiento, que es la alternativa más usada por las personas y los hogares para cubrir el déficit. Nuestra cultura y nuestra «mentalidad de pobreza» nos ha enseñado que si no es a través de la deuda, entonces no podemos adquirir un patrimonio, pero quienes han acumulado riqueza puedan dar testimonio de que no lograron su éxito acumulando deudas.

Por lo anterior, la forma más inteligente para no arriesgar nuestra libertad financiera o renunciar a ella es evitar el déficit; en consecuencia, debemos ser disciplinados a la hora de administrar nuestros gastos más que nuestros ingresos. Quienes tienen negocios o empresas deben saber que el negocio no está en las ventas, sino en las compras.

Basado en lo expuesto en los párrafos anteriores, confieso que me costó un gran esfuerzo entender la Ley de Regla Fiscal (Ley 1473 del 5 de julio de 2011), ya que me parece inverosímil la existencia de una norma que le diga a los gobiernos que deben reducir el déficit fiscal de la nación para que pueda disminuir la brecha existente entre los ingresos y los gastos del estado, que dejó a Colombia ubicada en el puesto 150 entre 189 países de acuerdo con el PIB de cada uno, según cifras del año 2018.
Fuente: https://datosmacro.expansion.com/deficit/colombia 

Como padres de familia muchas veces hemos tenido que decirles «no» o «ahora no» a nuestros hijos cuando nos han pedido algo que se encuentra por fuera de nuestro presupuesto familiar, por eso pienso que los gobernantes pueden ser más responsables para decirles que no a las exigencias que persiguen el aumento del gasto del estado.

Amparado en la misma Ley 1473 de 2011 el Gobierno Nacional suspendió la aplicación de la Regla Fiscal para los años 2020 y 2021, que de acuerdo con las proyecciones contenidas en el Marco Fiscal de Mediano Plazo se estima un déficit fiscal de 8,2% del PIB para 2020 y de 5,1% del PIB para 2021, lo cual pone sobre la mesa el debate acerca de una nueva reforma tributaria para recaudar por lo menos 2% del PIB o dejar desfinanciado el presupuesto de la vigencia fiscal 2022.
Fuente: Cálculos Ministerio de Hacienda y Crédito Público – Dirección General de Política Macroeconómica. Marco Fiscal de Mediano Plazo 2020. 

Otra alternativa es endeudar más al estado colombiano para pagar todo el derroche acumulado, pero el 2020 dejó a Colombia con una deuda aproximada de 65,6% del PIB, lo cual es un escenario muy complejo, no solo para lo que resta del período del actual gobierno, sino de los que vendrán después.
Fuente: Cálculos Ministerio de Hacienda y Crédito Público – Dirección General de Política Macroeconómica. Marco Fiscal de Mediano Plazo 2020. 

La literatura en materia fiscal y financiera respalda lo que el Gobierno Colombiano ha estado haciendo para administrar la actual crisis, pero si se tiene en cuenta que la gran mayoría de los autores hacen parte de la clase política dirigente de los diferentes estados que son a quienes les conviene seguir administrando jugosos presupuestos públicos, entonces es posible comprender que recomienden aplicar las ideas keynesianas que aconsejan mayor gasto por parte de los estados; sin embargo, en mi opinión la mejor alternativa para la reactivación económica es permitir que las leyes del mercado hagan lo suyo sin mayor intervención por parte de los estados, los cuales deberían ocuparse solo en atender a la población que se encuentra por debajo de la línea de pobreza.

¡Hay que romper con esa ortodoxia en materia fiscal y financiera en la administración pública! El gasto público debe reducirse para que se facilite la disminución del déficit fiscal, lo cual traería mayor libertad financiera para la nación y para cada individuo colombiano que lleva sobre sus hombros el esfuerzo del sostenimiento de unos presupuestos públicos desbordados.

domingo, 3 de enero de 2021

TECNOCRACIA

En diferentes textos de la Biblia se narra la historia del rey Salomón, quien alcanzó renombre entre los reyes de Israel por su conocimiento y su sabiduría: 

«Y aquella misma noche, Dios se apareció a Salomón y le dijo: “Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.” 
Salomón le respondió a Dios: “Tú trataste con gran bondad a mi padre David, y a mí me pusiste a reinar en su lugar. Ahora pues, Dios y Señor, cumple lo que dijiste a David mi padre, ya que me hiciste rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. Por tanto, dame sabiduría y conocimiento para dirigir a este pueblo; porque ¿quién va a gobernar a este pueblo tuyo tan grande?” 
Dios respondió a Salomón: “Puesto que éste ha sido tu deseo, y no has pedido riquezas ni bienes ni honores, ni la muerte de tus enemigos, ni tampoco una larga vida, sino sabiduría y conocimiento para poder gobernar a mi pueblo, del que te hice rey, te concedo sabiduría y conocimiento, pero además te daré riquezas, bienes y honores, como no tuvieron los reyes que hubo antes de ti ni los tendrán los que habrá después de ti”» (2 Crónicas 1: 7-12) 

En las antiguas civilizaciones se pretendía que los gobernantes tuvieran conocimientos y sabiduría para administrar los asuntos del estado, por lo que una de las características más valorada era la avanzada edad de sus dirigentes, pues esta se creía que estaba ligada a una mayor acumulación de experiencia y de conocimientos; el «gobierno de los sabios» (sofocracia) propuesto por Platón en los diálogos de La República concebía un gobierno presidido por el «Filósofo rey», usando una analogía para decir que «el conductor en un barco es el más sabio sobre el tema».
Sócrates, Platón y Aristóteles fueron críticos de la democracia; ellos ejercieron un papel polémico mediante sus pensamientos políticos y su actitud contestataria favoreció que se convirtieran en faros de luz cuando las sociedades se distraían con las sombras del oscurantismo que les rodeaban. Las ideas de estos filósofos griegos, así como las de otros pensadores, se han encargado de iluminar las cavernas en las que se ha encontrado la humanidad en diferentes épocas, como lo ilustró el «mito de la caverna platónica» que hace parte de La República. 

Platón señaló que quienes acceden al conocimiento filosófico pueden contar con mayor idoneidad para desenvolverse con propiedad en los asuntos del estado. Esa idea renació en el siglo XX a través de lo que se ha denominado la «tecnocracia», que según su etimología proviene de las raíces griegas «tekhne» que se traduce como «técnica, arte» y «kratos» que se entiende como «poder, gobierno», por lo que se le considera «gobierno donde mandan los que tienen conocimientos», pero también ha sido usada para describir la administración que hacen expertos (tecnócratas) en diferentes áreas o disciplinas científicas. Una de las acepciones que el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española le da al término «tecnócrata» es «Profesional especializado en alguna materia económica o administrativa que, en el desempeño de un cargo público, aplica medidas eficaces que persiguen el bienestar social al margen de consideraciones ideológicas».

Siendo estudiante de Administración Pública en la Universidad de Cartagena (Centro Tutorial Cereté) tuve un enriquecedor diálogo con un directivo de la universidad; yo opino que por su formación profesional él consideraba que la Administración Pública es un apéndice del Derecho basándose en que el derecho administrativo es una de sus ramas. Mi posición intelectual difiere de la suya, partiendo del concepto mismo de la administración como ciencia y que los abogados no cuentan con la formación como administradores, además de que el derecho administrativo no es lo mismo que la administración pública.

A pesar de lo anterior, la democracia ha permitido que lleguen a cargos de administración pública muchos individuos sin idoneidad para desempeñarse en ellos. La administración es una disciplina que requiere la aplicación de una serie de conocimientos, principios y valores que quienes aspiran a ocupar un cargo público deberían tener. Abundan los casos de médicos, abogados y otros profesionales y no profesionales que han ocupado cargos públicos cuyo principal logro ha sido gastarse los presupuestos que cada año les fueron asignados: ¿Aplicaron principios de eficacia y eficiencia en el gasto público? ¿Sabían acaso como hacerlo? ¿Despilfarraron recursos públicos útiles para atender las necesidades de la población más vulnerable? ¿Tomaron decisiones basados en el conocimiento informado o lo hicieron guiados por sus caprichos o por sus emociones personales? ¿Sabe un médico o un abogado el impacto que tienen sus decisiones como servidores públicos en la situación económica o social de un conglomerado o solo se deja llevar por sus deseos? Las respuestas a estas preguntas reafirman mi convicción en que «No hay países subdesarrollados, sino mal administrados» como afirmó el austriaco Peter Ferdinand Drucker.

Quizás el apasionamiento que despiertan en algunos las figuras caudillistas de sus «ídolos con pies de barro» no les permita aceptar la veracidad de mis palabras y solo le den una connotación peyorativa a la tecnocracia, como lo han hecho algunos caudillos, ya que administrar con fundamento en la ciencia y la técnica, sin dejarse guiar por lo que exigen los manifestantes en sus marchas o los titulares de los medios de comunicación requiere una convicción que da el conocimiento de la evidencia irrefutable.

En Colombia la tecnocracia ha tenido un tímido y muchas veces limitado avance a través de los procesos meritocráticos que se han iniciado con la finalidad de que se alcance «la profesionalización de quienes sirven en la Administración Pública, con el fin de lograr transparencia y calidad en la atención a los ciudadanos» (Departamento Administrativo de la Función Pública, 2017), por lo que la Ley 909 de 2004 entre los principios de la función pública señala que «El criterio de mérito, de las calidades personales y de la capacidad profesional, son los elementos sustantivos de los procesos de selección del personal que integra la función pública».

Quiero resaltar que el historiador ateniense Tucídides incluyó en su obra «Historia de la guerra del Peloponeso» el célebre «Discurso fúnebre de Pericles» como un testimonio de su cultura, de su espíritu cívico y en especial de la importancia que le dieron a la libertad a pesar de no tener un marco normativo escrito que los obligara a hacerlo:

«Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo. 

Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los asuntos públicos como en las rivalidades diarias de unos con otros, sin enojarnos con nuestro vecino cuando él actúa espontáneamente, ni exteriorizar nuestra molestia, pues ésta, aunque innocua, es ingrata de presenciar».

Lo resalto para invitar a quienes creen tener las cualidades para ocupar cargos públicos a profesionalizarse en disciplinas administrativas o económicas y que con esos conocimientos puedan apuntarle al bienestar de las sociedades a través de la eficacia y de la eficiencia, con independencia de las ideologías que en lugar de facilitar los consensos, lo que hacen es impedir la cohesión social. Solo así podremos reconocer lo mucho que hemos avanzado como nación (a pesar de algunos dirigentes que hemos tenido) y desenvolvernos en el papel que nos ha tocado desempeñar en el escenario de la vida diaria.

Que cuando un profesor, una madre comunitaria, un soldado, un policía, un inspector, un juez, un fiscal o cualquier otro servidor público utilice o escuche la expresión «abandono estatal» sepa que donde quiera que él se encuentre es representante de ese estado que se supone desamparó a las comunidades. ¡Que sepa que para esas comunidades él puede ser ese filósofo rey que no necesita una corona para actuar en favor de esa población de la cual también hace parte!