La educación que recibimos en los primeros años de nuestra vida es el fundamento sobre el cual se levanta toda la estructura intelectual que adquirimos después. En la escuela a muchos (quizás a todos) se nos enseñó que el sector público es la solución a todos los problemas de la sociedad y que, por el contrario, en el sector privado se acumulan todos los males; así lo advirtió el ganador del Premio Nobel de Economía de 1974, el economista y filósofo austriaco Friedrich August von Hayek «La generación de hoy ha crecido en un mundo donde, en la escuela y la prensa, se ha representado a la empresa como deshonrosa y la obtención de beneficios como inmoral, y donde dar ocupación se considera explotación, pero donde mandar sobre otros es honorable», pero la realidad contradice esa enseñanza ya que todos, sin excepción alguna somos agentes privados que con nuestros recursos económicos sostenemos al aparato estatal administrado por una minoría de individuos que se consideran indispensables, pero cuyo aporte al producto interno bruto de la nación es nulo.
El biólogo suizo Jean William Fritz Piaget logró ser influyente en la pedagogía moderna gracias a sus estudios sobre el desarrollo intelectual, con base en los cuales sentenció que «Si un individuo es pasivo intelectualmente, no conseguirá ser libre moralmente». En concordancia con esa idea, el Siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces porque el movimiento intelectual denominado la Ilustración logró influenciar a muchos individuos con las luces del conocimiento y de la razón. Con fundamento en esa iluminación se encendió la chispa que llevó a la liberación de las naciones del yugo de las monarquías. Uno de los grandes intelectuales y exponentes del pensamiento liberal que fue influenciado por las luces de la Ilustración fue el economista y legislador francés Claude Frédéric Bastiat quien pudo discernir que «Todo el mundo quiere vivir a expensas del Estado, pero olvidan que el Estado vive a expensas de todo el mundo» para hacerle comprender a sus compatriotas y luego a nosotros que el éxito del sector privado no se debe al sector público, sino que si algo bueno puede hacer el sector público es gracias al sector privado.
Quienes defienden las ideas del pensamiento estatista que busca aumentar el poder del sector público aumentando los tributos al sector privado y estatizando diferentes sectores de la economía deben tener en cuenta la realidad expuesta en los párrafos anteriores, ya que el estado no es una lámpara mágica que concede los deseos del individuo para satisfacer sus necesidades o sus lujos solo frotándola. Los deseos o anhelos de muchos se estrellan contra la realidad. El estado tiene un límite real de gastos que es lo que produce el sector privado, pero si el estado mediante la coerción expropiara la totalidad del producto interno bruto, entonces ¿Qué le quedaría a los individuos que conforman el sector privado para satisfacer sus necesidades y pagar su estilo de vida por su propia cuenta? ¿Cuál sería el estímulo de quienes conforman el sector privado para seguir produciendo y aportando ingresos para la sostenibilidad del gasto del sector público?
¿Los individuos que administran los recursos públicos son agentes públicos o agentes privados? ¿Los proveedores de bienes y servicios de las entidades públicas son agentes públicos o privados? ¿Los contratistas de obra pública son agentes públicos o privados? ¡Los 1.274.103 servidores públicos de Colombia también hacen parte del sector privado!
Los campesinos, los trabajadores formales e informales, los empresarios, los profesores, los médicos, las enfermeras, los ingenieros, los arquitectos, los abogados, los administradores y, en fin, todos los individuos que conforman la sociedad son parte del sector privado y gracias a lo que hacen cada día para producir ingresos, mantener a sus hogares o a sus empresas y aportar algo al presupuesto de ingresos del estado logran que el sector público pueda ser sostenible a pesar de no aportar algo a la producción. El sector privado produce los ingresos, mientras que el sector público solo produce gastos.
Dialoguemos, por ejemplo, del gasto del sector público en educación, el cual en el Presupuesto General de la Nación de la vigencia fiscal 2021 se encuentra alrededor del 5% del PIB colombiano. La nación hace el recaudo que le corresponde y luego cumple con las transferencias a las diferentes entidades públicas que no tienen otro papel que el de gastarse esos recursos. Entre esas entidades del sector público se encuentran las universidades públicas, las instituciones educativas de primaria, secundaria y educación media, las entidades territoriales (departamentos, distritos y municipios), con autonomía para gastarse los recursos públicos de acuerdo con sus presupuestos. No obstante, muchos de los administradores de esas entidades carecen del conocimiento en administración y, por lo tanto, ignoran sus principios, por lo que el gasto público que está bajo su responsabilidad no se usa como debería, sino para que esos «administradores» se muestren a sí mismos como benefactores y como caudillos sin los cuales las entidades públicas no funcionarían bien.
Entre las entidades públicas que administran el gasto de educación está la Universidad de Córdoba, que es una de las universidades públicas que más recursos ha recibido en los últimos años; sin embargo, otras instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas, muestran mejores indicadores que ésta a pesar de que administran menos recursos públicos (las privadas no tienen acceso a esos recursos estatales a menos que estudiantes de los programas Ser Pilo Paga o Generación E hallan decidido estudiar en alguna de ellas). En la actualidad la universidad es un campo de batalla entre quienes se atornillaron al poder para administrar esos recursos públicos y quienes aspiran a quitarles ese poder, mientras se presume que la población juvenil que se encuentra por debajo de la línea de pobreza tiene que mendigar ante los caudillos políticos locales para aspirar a obtener un cupo que les permita continuar sus estudios superiores. ¡Así funciona el mundo real a diferencia del paraíso ideal que nos ofrecen los estatistas!
Bastiat también afirmó que «Creer que el gobierno puede cambiar las leyes de la economía es como creer que podemos cambiar las leyes de la física», advirtiéndonos que cualquier gobierno que ofrezca la posibilidad de intervenir las leyes del mercado es un «vendedor de humo» y que sus propuestas son una imposibilidad dentro del mundo real. Lo único real que lograrán es que el mercado reaccione para equilibrar la ecuación, como lo expuse hace algunas semanas.
Por lo anterior, no solo es una equivocación pensar que el sector público es la panacea y que el sector privado no tiene algo bueno que ofrecerle a la sociedad; además de que es una idea muy tonta atacar, paralizar, desestimular, acabar, deshonrar, saquear, vilipendiar al sector privado, entre otras muchas malas prácticas; es como darse un tiro en el pie.