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domingo, 10 de enero de 2021

REGLA FISCAL

De mi difunto padre aprendí que si no queremos enfrentar dificultades económicas, entonces nuestros gastos no deben ser mayores que nuestros ingresos. Si los gastos superan a los ingresos, entonces se presenta lo que se conoce como déficit; sin embargo, yo solo pude comprender este concepto hasta que tuve que aplicarlo en la administración de mis gastos personales y de los gastos de mi hogar. La norma «los gastos no deben ser mayores que los ingresos» también es aplicable en la administración de los negocios o de las empresas y en la gestión de los recursos públicos de la nación, de los entes territoriales o de cualquier otra entidad estatal.

El gasto público se financia mediante los tributos de la población, con la venta de los activos públicos o con deuda pública. Es necesario que todo aquel que exige mayor gasto por parte del estado entienda que debe estar dispuesto a que los gobiernos aumenten las tasas de tributación o el número de individuos que deben tributar, o a que el estado deba vender, «privatizar», dar en concesión sus recursos o aumentar el endeudamiento público que también debemos pagar todos los que hacemos parte de la población, incluidos nuestros descendientes.

Asimismo, el aumento de los gastos del hogar o de los gastos personales hace imperativo que se incrementen los ingresos, que se deba recurrir a la venta de las propiedades familiares o personales o al endeudamiento, que es la alternativa más usada por las personas y los hogares para cubrir el déficit. Nuestra cultura y nuestra «mentalidad de pobreza» nos ha enseñado que si no es a través de la deuda, entonces no podemos adquirir un patrimonio, pero quienes han acumulado riqueza puedan dar testimonio de que no lograron su éxito acumulando deudas.

Por lo anterior, la forma más inteligente para no arriesgar nuestra libertad financiera o renunciar a ella es evitar el déficit; en consecuencia, debemos ser disciplinados a la hora de administrar nuestros gastos más que nuestros ingresos. Quienes tienen negocios o empresas deben saber que el negocio no está en las ventas, sino en las compras.

Basado en lo expuesto en los párrafos anteriores, confieso que me costó un gran esfuerzo entender la Ley de Regla Fiscal (Ley 1473 del 5 de julio de 2011), ya que me parece inverosímil la existencia de una norma que le diga a los gobiernos que deben reducir el déficit fiscal de la nación para que pueda disminuir la brecha existente entre los ingresos y los gastos del estado, que dejó a Colombia ubicada en el puesto 150 entre 189 países de acuerdo con el PIB de cada uno, según cifras del año 2018.
Fuente: https://datosmacro.expansion.com/deficit/colombia 

Como padres de familia muchas veces hemos tenido que decirles «no» o «ahora no» a nuestros hijos cuando nos han pedido algo que se encuentra por fuera de nuestro presupuesto familiar, por eso pienso que los gobernantes pueden ser más responsables para decirles que no a las exigencias que persiguen el aumento del gasto del estado.

Amparado en la misma Ley 1473 de 2011 el Gobierno Nacional suspendió la aplicación de la Regla Fiscal para los años 2020 y 2021, que de acuerdo con las proyecciones contenidas en el Marco Fiscal de Mediano Plazo se estima un déficit fiscal de 8,2% del PIB para 2020 y de 5,1% del PIB para 2021, lo cual pone sobre la mesa el debate acerca de una nueva reforma tributaria para recaudar por lo menos 2% del PIB o dejar desfinanciado el presupuesto de la vigencia fiscal 2022.
Fuente: Cálculos Ministerio de Hacienda y Crédito Público – Dirección General de Política Macroeconómica. Marco Fiscal de Mediano Plazo 2020. 

Otra alternativa es endeudar más al estado colombiano para pagar todo el derroche acumulado, pero el 2020 dejó a Colombia con una deuda aproximada de 65,6% del PIB, lo cual es un escenario muy complejo, no solo para lo que resta del período del actual gobierno, sino de los que vendrán después.
Fuente: Cálculos Ministerio de Hacienda y Crédito Público – Dirección General de Política Macroeconómica. Marco Fiscal de Mediano Plazo 2020. 

La literatura en materia fiscal y financiera respalda lo que el Gobierno Colombiano ha estado haciendo para administrar la actual crisis, pero si se tiene en cuenta que la gran mayoría de los autores hacen parte de la clase política dirigente de los diferentes estados que son a quienes les conviene seguir administrando jugosos presupuestos públicos, entonces es posible comprender que recomienden aplicar las ideas keynesianas que aconsejan mayor gasto por parte de los estados; sin embargo, en mi opinión la mejor alternativa para la reactivación económica es permitir que las leyes del mercado hagan lo suyo sin mayor intervención por parte de los estados, los cuales deberían ocuparse solo en atender a la población que se encuentra por debajo de la línea de pobreza.

¡Hay que romper con esa ortodoxia en materia fiscal y financiera en la administración pública! El gasto público debe reducirse para que se facilite la disminución del déficit fiscal, lo cual traería mayor libertad financiera para la nación y para cada individuo colombiano que lleva sobre sus hombros el esfuerzo del sostenimiento de unos presupuestos públicos desbordados.

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