Con fundamento en los avances obtenidos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM, 193 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas ONU adoptaron en septiembre de 2015 los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS con 169 metas sociales, económicas y ambientales en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El principal objetivo de la Agenda 2030 es «Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo» y, aunque parezca una utopía, los hechos de la historia reciente y las tendencias han demostrado que lograrlo es posible, ya que «A nivel mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015» ¡Esa es una realidad que los negacionistas no quieren aceptar y que muchos quieren desconocer!
El estado colombiano adoptó la «Estrategia para la Implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Colombia» mediante el Documento CONPES 3918 del 15 de marzo de 2018, que fijó un conjunto de metas trazadoras y de indicadores que facilitan el seguimiento y la evaluación para alcanzar los ODS por parte de Colombia; con base en ello yo he hecho un esfuerzo individual en incorporar los ODS en políticas públicas locales, ya que como le he compartido a muchos amigos, yo he visto el «rostro de la pobreza» y no me agrada; no me refiero a la pobreza de las «pobres viejecitas» que se quejan con frecuencia a través de las redes sociales, sino a los pobres reales; por lo anterior, cuando se propagó la epidemia del nuevo coronavirus y los gobiernos comenzaron a tomar medidas que golpean la economía de las naciones me desmoralicé y sentí gran tristeza por los millones de seres humanos que habían superado la pobreza y que regresarían a ella, pues como advirtió la misma ONU «las consecuencias económicas de la pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más, o lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población total mundial. Esta sería la primera vez que la pobreza aumente en todo el mundo en 30 años, desde 1990».
Los indicadores mostrados por Colombia en materia de pobreza me llenaban de entusiasmo, ya que, por ejemplo, habíamos pasado de tener un índice de necesidades básicas insatisfechas NBI de 27,7% en 2005 a 14,28% en 2018 y las diferentes metodologías usadas para medir la pobreza mostraban avances significativos en la superación de la pobreza. Cuando uno recorría los territorios y conocía testimonios de individuos que habían superado su condición de pobreza se llenaba más de optimismo, ya que no solo eran números o gráficas, sino que era la realidad de la población ¡Hasta quienes contradecían o cuestionaban las estadísticas eran una demostración viviente de su veracidad!
Por lo anterior, estuve esperando con algo de desasosiego los resultados nacionales de la pobreza durante el año 2020 y el pasado 29 de abril el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE los publicó, poniendo fin a mi espera. Es muy difícil enterarse de que 3.551.522 compatriotas fueron afectados durante el año 2020 y hoy hacen parte de un total de 21.021.564 de personas que están por debajo de la línea de pobreza y que 7.470.265 están por debajo de la línea de miseria; es decir, 2.781.383 colombianos más son pobres extremos.
Apreciado lector, para ilustrar mejor lo anterior y que se pueda dimensionar lo que esas cifras representan en el mundo real es indispensable explicar que el año pasado 21.021.564 de colombianos tuvieron ingresos mensuales per cápita por debajo de $331.688 (línea de pobreza) y el ingreso mensual de 7.470.265 individuos estuvo por debajo de $145.004 mensuales per cápita (línea de miseria).
Por esos más de 21 millones de colombianos es que soporto las críticas de unos cuantos ignorantes que no comprenden la realidad que viven esos compatriotas; por ellos es que reclamo la reducción de un estado que debería priorizarlos a ellos en sus políticas públicas y quitarle las ayudas estatales a los colectivos que con fundamento en la demagogia de los derechos ordeñan al estado colombiano mientras desplazan a quienes sí necesitan la subvención estatal; porque conozco la realidad que ellos viven y sé los esfuerzos que tienen que hacer a diario para sobrevivir es que desde los roles que la Divina Providencia me ha permitido desempeñar procuro ponerme a su servicio, favoreciéndoles con mis acciones.
Además de lo anterior, si se tiene en cuenta que la riqueza producida (PIB) por los colombianos en el año 2020 fue de 1.002.587 miles de millones de pesos corrientes, con un PIB per cápita de $1.658.624 mensuales, sé que muchos se sorprenderán cuando se den cuenta de que tienen ingresos superiores a los del colombiano promedio. No somos China ni Estados Unidos, pero tampoco somos las naciones africanas y asiáticas que se encuentran entre las más pobres del mundo. En materia de pobreza tampoco estamos como Venezuela, pero algunos quieren usar la fórmula que usaron allá para multiplicar el número de los pobres ¡La única fórmula efectiva para reducir la pobreza es la creación de riquezas! ¡Si las riquezas no se generan, entonces no hay algo para redistribuir!
En Colombia la corrupción administrativa se suma al desenfoque y el despilfarro del gasto de las entidades públicas, con un poder legislativo que no aprueba leyes a favor del pueblo, sino a favor de quienes ostentan los poderes del estado, un poder judicial que debería administrar justicia, pero tiene serios cuestionamientos por las altas tasas de impunidad y un poder ejecutivo que ejecuta mal los recursos públicos que recauda, además de unos órganos de control cuya eficacia y eficiencia está muy cuestionada, con congresistas, magistrados, jueces, fiscales, ministros, directores de departamentos administrativos, gobernadores, alcaldes, caciques indígenas, rectores de instituciones educativas públicas, entre otros, exigiendo la inyección de más dineros públicos hacen muy complicado que la finalidad de ponerle fin a la pobreza en Colombia vuelva a estar en la agenda nacional, no solo en los discursos sino en acciones concretas.
¡Dios tenga misericordia de la población pobre!
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