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domingo, 27 de diciembre de 2020

DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

El estadista y político británico Winston Leonard Spencer Churchill dijo que «La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás» con la finalidad de hacer ver que la democracia no es perfecta, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno. La democracia es un régimen o sistema político en el que el pueblo ejerce su soberanía para elegir y también para ejercer control sobre sus gobernantes; sin embargo, la entrega de poderes a un grupo reducido de individuos para que en nombre del pueblo tome decisiones que afectan a todos es el principal defecto de la democracia, pues hace legítimos todos los abusos de aquellos que en lugar de gobernar deberían actuar como servidores.

Hablar de democracia participativa es redundar, pues para que la democracia funcione de verdad es indispensable que exista participación activa y permanente de quienes tienen el poder soberano, el pueblo, pero cuando los individuos que conforman ese conglomerado llamado pueblo entregan a unos cuantos esa soberanía y se desentienden de los asuntos del estado en lo que se ha denominado democracia representativa, elitista o hegemónica, entonces se cumple la sentencia del gran pensador griego cuando sostuvo que «El precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres» (Platón).

El artículo 3 de la Constitución Política de Colombia, en el marco de sus principios fundamentales, establece que «La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece» y en ese mismo sentido el Artículo 40 señala que uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos colombianos es el siguiente:

«Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político. Para hacer efectivo este derecho puede: 

1. Elegir y ser elegido. 

2. Tomar parte en elecciones, plebiscitos, referendos, consultas populares y otras formas de participación democrática. 

3. Constituir partidos, movimientos y agrupaciones políticas sin limitación alguna: formar parte de ellos libremente y difundir sus ideas y programas. 

4. Revocar el mandato de los elegidos en los casos y en la forma que establecen la Constitución y la ley. 

5. Tener iniciativa en las corporaciones públicas. 

6. Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución y de la ley. 

7. Acceder al desempeño de funciones y cargos públicos, salvo los colombianos, por nacimiento o por adopción, que tengan doble nacionalidad. La ley reglamentará esta excepción y determinará los casos a los cuales ha de aplicarse. 

Las autoridades garantizarán la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de la Administración Pública.»

No obstante lo anterior, 41 de 72 Constituyentes de la Asamblea Nacional de 1991 tomaron la decisión de limitar la participación directa de los colombianos a unos cuantos mecanismos de participación (Artículo 103), que además con cuatro palabras («La ley los reglamentará») dejaron esos mecanismos de participación supeditados a las decisiones de la clase política dirigente que se sienta en el Congreso de la República a hacer las leyes; durante casi tres (3) décadas muchos de esos Constituyentes se han rotado en el Poder Legislativo para aprobar leyes que limitan las libertades del Constituyente Primario, pero que les han dado más poderes a ellos para aumentar el gasto público y, en nombre del pueblo, darse lujos y repartirse la torta estatal que incluye el aumento de sus ingresos por encima de la inflación y de lo que gana un colombiano promedio e incluso para aprobar el aumento del número de congresistas de espaldas al pueblo al que dicen representar.

Mediante la Constitución de 1991 se fortaleció la democracia representativa en detrimento de la democracia participativa, ya que de los mecanismos de participación aprobados por la Asamblea Nacional Constituyente solo el cabildo abierto permite la deliberación presencial entre ciudadanos, pero todos estimulan la confrontación desigual entre los electores y los individuos que ostentan los poderes públicos; es decir, se incita más al enfrentamiento que al consenso. Uno de los mecanismos de participación democrática que demuestra esto es el referendo, que según la Ley 134 del 31 de mayo de 1994 que lo reglamentó «Es la convocatoria que se hace al pueblo para que apruebe o rechace un proyecto de norma jurídica o derogue o no una norma ya vigente», con el cual se puede impulsar la reducción del número de curules del congreso, ya que está bastante claro que los parlamentarios no lo harán. Me sumo a las voces que piden limitar el poder de la clase dirigente y por ello apoyaré la iniciativa de referendo que busque la reducción del congreso a través de las urnas, pero al mismo tiempo continuaré en mi quijotezca labor de estimular la democracia participativa mediante la pedagogía y la publicación del pensamiento liberal que condujo a la emancipación de muchos pueblos.

Frente a la ineficacia e ineficiencia demostrada por quienes ostentan los poderes del estado es imperativo que los ciudadanos y los jóvenes que aun no tienen la ciudadanía se interesen en el diálogo y en todos los procesos de deliberación en los que se tomen las decisiones que nos afectan como nación ¡Basta ya de desentendernos de los asuntos públicos y de la quejadera! ¡Es hora de plantear soluciones!

La participación ciudadana no es algo que le interese a los dirigentes políticos o que tenga que ser una iniciativa de ellos, sino que debe nacer de abajo hacia arriba, teniendo claro que sin participación abierta y decidida de la población no puede existir una verdadera democracia. En ese orden de ideas, la democracia participativa no debe venir del estado nacional, sino que debe impulsarse desde las regiones, desde los territorios, ya que es más fácil llegar a consensos locales que nacionales. Una de las formas de que esto pueda hacerse realidad son los presupuestos participativos, que a pesar de no ser uno de los mecanismos de participación constitucionales, permite la deliberación entre los ciudadanos y sus servidores públicos. Una vez le pregunté a un secretario de hacienda sobre el motivo que tenía para no dar a conocer el presupuesto del municipio si es un documento público. De forma tajante me respondió que para él no lo era. Como no existen ciudadanos interesados en conocer el presupuesto de su ente territorial los gobernantes no lo dan a conocer y mucho menos rinden cuentas de cómo se gastan los recursos públicos. ¡Las audiencias de rendición de cuentas son todo, menos rendición de cuentas!. 

En una democracia participativa los ciudadanos no tienen que pedirles a los gobernantes que hagan público lo que es público, pues estos últimos son servidores públicos que se encuentran subordinados al pueblo, no lo contrario.

domingo, 20 de diciembre de 2020

CABEZA DE RATÓN O COLA DE LEÓN

Uno de los más reconocidos compositores de la historia de la música ha sido el alemán Ludwig van Beethoven, quien desde muy joven tuvo que enfrentar la muerte de sus padres y después la pérdida de la audición que es el sentido más importante para un músico; sin embargo, ese exitoso músico se dijo a sí mismo: «Me apoderaré del destino agarrándolo por el cuello. No me dominará». Esa actitud lo condujo a convertirse en el primer artista independiente o libre de la historia, ya que antes de él los músicos y compositores hacían parte de los sirvientes de los nobles que los apoyaban.

Por otro lado, se dice que Julio César, antes de ser emperador de Roma, presenció una discusión entre dos aldeanos que se disputaban el liderazgo de una pequeña población, por lo cual sus colaboradores se burlaron de que ellos pelearan por gobernar un lugar sin importancia; sin embargo, Julio César los reconvino usando las siguientes palabras: «No os burléis; también yo preferiría ser cabeza en esta aldea que brazo en Roma». Se considera que ese episodio dio origen al dicho popular «más vale ser cabeza de ratón que cola de león», con fundamento en el cual escribo mi opinión de hoy.

Como muchos de mis lectores saben, siendo un muchacho recibí la Distinción Andrés Bello que me otorgó el Ministerio de Educación Nacional por el puntaje que obtuve en las pruebas que el Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación ICFES realiza a quienes finalizan sus estudios de educación media. Recuerdo que con ese reconocimiento debajo del brazo toqué varias puertas, tanto en el sector público como en el privado, en la búsqueda de la financiación de mi educación universitaria; no obstante, todas se cerraron en mis narices, pero hubo una que quedó medio abierta y yo mismo terminé cerrándola. El alcalde de mi pueblo natal, a quien acudí pidiendo la ayuda estatal, me dijo que la administración municipal no podía apoyarme porque el concejo municipal se lo había impedido, pero que él podía pagar mis estudios de su propio bolsillo, de lo que se tomaba en whisky. Quizás otro joven hubiera aceptado la que consideré una propuesta indigna, pero yo no lo hice. Sabía que los hijos de los políticos estudiaban becados por el estado sin ser buenos estudiantes, su único mérito era llevar el apellido de sus padres.

Por lo anterior, fui un defensor del Programa Ser Pilo Paga con el cual el estado colombiano le ofrecía un crédito condonable a los estudiantes más destacados y ellos tenían la libertad de decidir el programa profesional y la universidad en la que querían estudiar; sin embargo, fueron los mismos politiqueros que instrumentalizan a los pobres en sus discursos quienes se opusieron a que ese programa continuara, ya que la mayoría de los jóvenes que ingresó a él escogieron estudiar en universidades privadas y un porcentaje menor decidió estudiar en universidades públicas, en las que aquellos polítiqueros se creen con derecho de una parte de la torta estatal y en las que sus hijos pueden estudiar gracias a las influencias de sus apellidos.

Por el contrario, yo durante muchos años me sentí frustrado por no poder estudiar lo que quería, sino lo que me tocó, pero a muy temprana edad, como aquel joven músico alemán, también decidí que el destino no me dominaría. En ese proceso aprendí que no son los títulos universitarios o el prestigio de las instituciones donde los obtenemos lo que nos hace buenos profesionales, sino la determinación de cada uno para hacer lo mejor con los talentos que nos entregó la Divina Providencia o el Universo.

Con pocos años de experiencia laboral, cuando solo comenzaba a hacer algunas pequeñas cosas en la actividad política, me entrevisté con otro alcalde en ejercicio de mi municipio que me invitó a hacer parte de su grupo político y me dijo, mientras me señalaba a las diferentes personas que hacían antesala para hablar con él, que debía esperar pues habían otros que antes de mí hacían parte de su grupo. En ese momento me pareció que esa era un posición razonable y justa con aquellos que habían hecho un trabajo para que él se convirtiera en alcalde, por lo cual decidí seguir haciendo política de manera independiente, sin verme en la necesidad de rendirle pleitesía a un gamonal.

Preferí ser cabeza de razón y por ello ejercí algunos liderazgos que me dieron pequeñas pero muy enriquecedoras satisfacciones. Durante algunos años tuve la oportunidad de formar nuevos liderazgos enseñándole a jóvenes que ellos no necesitaban de que alguien les diera la oportunidad para salir adelante, sino que tenían que convertirse en los arquitectos de su propio destino. ¡Tenían que convertirse en la cabeza de sus propios ratones! Por eso les enseñé que debían impedir que siguieran instrumentalizándolos en la política y en cualquier otra área, debían dejar de ser solo objetos y convertirse en sujetos; es decir, ellos debían tomar la decisión de ser los protagonistas del cambio que pretendían que otros hicieran. Me complace saber que dentro de sus entornos ellos se han convertido en personas de influencia, dispuestos a poner sus talentos al servicio de los demás.

Una cosa condujo a la otra y en el año 2011, por petición de muchos de ellos, aspiré al concejo municipal sin lograr ser elegido; sin embargo, con los talentos que había recibido logré aportar mis granitos de arena para que se hicieran realidad algunas de las propuestas que había hecho como candidato. Eso me permitió poner en práctica algo que había aprendido del liderazgo: Un líder no necesita cargos para ejercer influencia, no necesita ser cabeza de león para ejercer su liderazgo.

Durante estos días decembrinos, muchos jóvenes reciben sus diplomas que dan cuenta del final de una de las etapas más enriquecedoras de su vida, pero que les da la señal de salida hacia una carrera emocionante para la construcción de su destino. Si existe algún consejo que yo pudiera darle a esos jóvenes es que deben apoderarse de ese destino y que no se dejen dominar de él o de otros individuos que no son superiores a ellos. ¡Tomen la decisión de convertirse en cabeza de ratón y no en cola de león!...

P.D.: Mis palabras de hoy tienen una dedicatoria especial para mi hijo Rafael David: «El Señor te pondrá en el primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y nunca por debajo, con tal de que atiendas a los mandamientos del Señor tu Dios, que yo te ordeno hoy, y los pongas en práctica» (Deuteronomio 28:13).

domingo, 13 de diciembre de 2020

ORDENAMIENTO TERRITORIAL: UN PROCESO DE CONSTRUCCIÓN COLECTIVA

El 8 de octubre de 1999, gracias a la recomendación de mi apreciado amigo Rafael Tobías Fuentes Pastrana, comencé a trabajar en temas de ordenamiento territorial y desarrollo regional con el Ingeniero Pedro Nel García Espitia, quien me transmitió muchos de sus conocimientos y aprendí de su amplia experiencia en el sector público que incluye haber sido el primer director de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge CVS y vicerrector académico de la Universidad de Córdoba.

Durante casi dos décadas hice parte de un excelente equipo de profesionales entre quienes se encontraban Juan Carlos García Lora (antes de que se fuera a trabajar con la CVS), Gustavo Montenegro D’Martino (antes de que viajara a reencontrarse con sus raíces europeas), la trabajadora social Denis Arlet Mestra Falón, el arquitecto Laguandio Causil Díaz, el ingeniero forestal Marco Rodríguez Reyes, el ingeniero agrónomo Roger García Vergara, la enfermera Doreleis García Lora, el ingeniero Geólogo Marco Gamboa Ramírez, el geógrafo Juan Jiménez Caldera y hace poco el geólogo Julio César Guerra Fuentes, la geógrafa María Nella Sánchez Lafont y el biólogo Wilson Medrano Mangones. Con ellos recorrí muchos municipios de Córdoba, Sucre y Antioquia conociendo la situación en la que viven muchos de nuestros compatriotas y haciendo propuestas que le apuntaran al desarrollo territorial de estas regiones. ¡Fueron muchas experiencias enriquecedoras las que viví!

Solo cambié de ocupación entre los años 2006 y 2009 cuando, gracias a mi amigo Jabid Amaris, trabajé con Edinson Mestra Zapa en otro de los temas que me apasionan: La educación. Enfoqué muchos de mis esfuerzos a la educación para el trabajo y el desarrollo humano en el Instituto de Enseñanza y Capacitación de la Costa IDECO en donde fui docente, coordinador y director general; aunque en 2009 retomé mis actividades en ordenamiento territorial y desarrollo regional, también dediqué parte del tiempo a la enseñanza en la Corporación Educativa de Sistemas de Córdoba CESCOR hasta el año 2012.

Hice todo este recuento con el fin de llegar al punto en el que gracias a Dios Todopoderoso, a lo que he aprendido de los individuos con quienes he interactuado a lo largo de mi vida y a mis propios esfuerzos, en cumplimiento de una de mis metas personales, desde hace algunos meses me encuentro en la ciudad de Bucaramanga haciendo parte del Grupo de Ordenamiento Territorial de la Secretaría de Planeación de la Alcaldía Municipal, desde el cual estoy poniendo en práctica todo lo aprendido a lo largo de tantos años.
La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial LOOT (1454 de 2011) conceptúa que «El ordenamiento territorial es un instrumento de planificación y de gestión de las entidades territoriales y un proceso de construcción colectiva de país, que se da de manera progresiva, gradual y flexible, con responsabilidad fiscal, tendiente a lograr una adecuada organización político administrativa del Estado en el territorio, para facilitar el desarrollo institucional, el fortalecimiento de la identidad cultural y el desarrollo territorial, entendido este como desarrollo económicamente competitivo, socialmente justo, ambientalmente y fiscalmente sostenible, regionalmente armónico, culturalmente pertinente, atendiendo a la diversidad cultural y físico-geográfica de Colombia», por lo que si el ordenamiento territorial es un proceso de construcción colectiva, entonces no es solo una responsabilidad del estado o de los diferentes gobiernos, sino que todos los individuos debemos hacer parte de ese proceso cumpliendo el rol que nos corresponde. Asimismo, la LOOT señala que «La finalidad del ordenamiento territorial es promover el aumento de la capacidad de descentralización, planeación, gestión y administración de sus propios intereses para las entidades e instancias de integración territorial, fomentará el traslado de competencias y poder de decisión de los órganos centrales o descentralizados del gobierno en el orden nacional hacia el nivel territorial pertinente, con la correspondiente asignación de recursos. El ordenamiento territorial propiciará las condiciones para concertar políticas públicas entre la Nación y las entidades territoriales, con reconocimiento de la diversidad geográfica, histórica, económica, ambiental, étnica y cultural e identidad regional y nacional»; es decir, el legislador invita a reconocer y, por consiguiente, a respetar la diversidad para la construcción colectiva del país que queremos.

Uno de los elementos estructurantes del ordenamiento territorial es el espacio público, en el cual se puede observar la construcción colectiva de un territorio en el que se reconoce la diversidad. Según el Decreto 1077 de 2015 «El espacio público es el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados destinados por naturaleza, usos o afectación a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que transcienden los límites de los intereses individuales de los habitantes». Teniendo en cuenta que el ordenamiento territorial debe estimular el desarrollo social, económico y ambiental es de suma importancia destacar los parques de Bucaramanga entre los que se encuentra el Parque Lineal Río de Oro, que ha recibido elogios a nivel nacional e internacional por renovar un área de casi 4 hectáreas, mejorando el entorno de sectores que estaban deteriorados y que hoy pueden ser disfrutados de diversas formas. 
Por lo anterior, la «Ciudad de los Parques» se ha venido convirtiendo en un referente en ordenamiento territorial, ya que sus pobladores han construido una «Ciudad Bonita» alrededor de sus parques, plazas y plazoletas, con amplias zonas verdes, que permiten disfrutar de una buena calidad de vida y en los que pueden concurrir todos los actores territoriales sin exclusión alguna, constituyéndose en demostrados centros de integración social en los que el estado debe priorizar inversiones, los agentes de producción económica tienen la posibilidad de aprovecharlos con respeto de los usos de suelo reglamentados alrededor de esos espacios, las comunidades educativas pueden usarlas como ágoras para compartir conocimientos y la comunidad en general debe cuidarlos con gran sentido de pertenencia.

domingo, 6 de diciembre de 2020

¿COLOMBIA ES UNA NACIÓN POBRE?

La semana pasada escribí sobre el producto interno bruto PIB y dejé abierta la posibilidad de hacer un análisis comparativo entre la producción de riqueza de Colombia y la de otras naciones, ya que existe una variada cantidad de información falsa que solo busca confundir a los desprevenidos; en ese sentido, también cabe la posibilidad de que yo intente engañar a quienes cada domingo leen las opiniones que publico a través de diferentes canales de comunicación, por lo cual los invito a examinar mis palabras y escudriñar por sus propios medios si existe alguna mentira en ellas.

De acuerdo con las últimas cifras del PIB publicadas por el DANE, en el segundo trimestre de 2020 Colombia tuvo niveles de producción similares a los mostrados en el primer y segundo trimestre del año 2013; es decir, tuvimos un retroceso de 7 años; mientras que la cifra de producción del tercer trimestre de 2020 nos recuerda los niveles de producción del segundo trimestre del año 2015, que podría interpretarse como una regresión de 5 años.

Como había dicho, algunos críticos del PIB como indicador económico dicen que no mide la distribución de la riqueza, pero esa crítica es tan ridícula como decir que el cálculo del volumen de una esfera no mide la velocidad de la esfera al ponerla a rodar o afirmar que el tamaño o el peso de un pastel no mide el tamaño o peso de la porción que me tocará, ya que «una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa». Así como no puedes esperar que te den una porción de torta si no has sido invitado a la celebración en la que se repartirá, tampoco puedes esperar a que te toque algo de la riqueza producida por una nación si tú no eres uno de los productores de esa riqueza, lo justo es que te quedes con lo que produces; sin embargo, podrías apelar a que alguno de esos productores, movido por el valor moral de la generosidad, quiera compartir contigo algo de lo que él produjo y en caso de que no quiera hacerlo de forma voluntaria, entonces podrías protestar (de forma pacífica o violenta) para que alguna autoridad lo despoje de una parte de lo que produjo para que esa riqueza sea redistribuida en ti y de esa forma puedas quedarte con algo que no has producido. En todo caso, seas tú el que produzca o lo haga otro, lo cierto es que si la riqueza no se produce, entonces no hay algo para repartir.

El PIB sirve para medir la producción, no para hacer la medición de la distribución de la riqueza, para eso existen otros indicadores como el PIB per cápita, el índice de desarrollo humano o el índice de Gini. El PIB per cápita se utiliza para promediar la riqueza producida por cada habitante de un territorio; el índice de desarrollo humano mide el nivel de desarrollo de los países a partir de variables como la esperanza de vida, la educación y el PIB per cápita; el índice o coeficiente de Gini mide la desigualdad de ingresos que existe entre los habitantes de un territorio.

Los resultados de la última medición (2018) del índice de desarrollo humano que hizo el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD ubicaron a Colombia en el puesto 79 entre 189 países con 0,761 puntos que lo clasifican en la categoría de desarrollo humano alto; Noruega (Europa) se ubica en el primer lugar con 0,954 puntos que lo ubican en la categoría de desarrollo humano muy alto y Níger (Africa) se muestra en último lugar con 0,377 puntos que lo clasifican en la categoría de desarrollo humano bajo. En Latinoamérica, Chile aparece en el puesto 42 en la categoría de desarrollo humano muy alto con 0,847 puntos y en el último lugar, ocupando el puesto 169, se ubica Haití en la categoría de desarrollo humano bajo, con 0,503 puntos.

El coeficiente de Gini es el indicador preferido de aquellos líderes que les gusta exacerbar la polarización entre pobres y ricos, aprovechando el descontento de los individuos que han tenido resultados menos aventajados en cuando a la producción de riqueza. De acuerdo con las cifras de la Organización de las Naciones Unidas ONU (2018), la nación con menor desigualdad es Islandia (Europa) con 0,246 y Sudáfrica es la nación con mayor desigualdad del planeta en el puesto 159 con 0,630 puntos. Uruguay es el país latinoamericano mejor ubicado con 0,380 puntos en el puesto 85 y Puerto Rico aparece en el puesto 151 con 0,537 puntos. Colombia se ubica en el puesto 147 con coeficiente de Gini de 0,508. La desigualdad, además de ser algo natural, es también una realidad mundial, lo cual se refleja en el índice global que también es de 0,630.

De acuerdo con los datos recopilados por el Fondo Monetario Internacional, en el año 2019 se estimó una producción de 142.045.946 millones de dólares (paridad del poder adquisitivo PPA) de los cuales China (Asia) produjo 27.331.166 ubicándose como el país más productor y Tuvalu (Oceanía) se ubicó en el último lugar (puesto 181) con solo 47 millones de dólares PPA. Colombia apareció en el puesto 31 con 784.747 millones de dólares PPA. Teniendo en cuenta que el PIB depende mucho de la población de cada país, es lógico que aquellos países con mayor población muestren mayores cifras de producción que aquellos con menor población, por lo que el PIB per cápita es un indicador económico utilizado para medir la distribución de la riqueza de las naciones. En ese orden de ideas, cambia el panorama ubicando a Colombia en el puesto 78 entre 182 naciones con 17.406 dólares internacionales per cápita por encima del promedio mundial que fue de 16.872 dólares internacionales per cápita. A nivel mundial, en el primer lugar se ubica Catar con 128.702 dólares internacionales per cápita y en el último lugar, con 705 dólares internacionales per cápita, aparece la República Centroafricana. Con 26.979 dólares internacionales per cápita aparece Panamá como el país Latinoamericano mejor ubicado en el puesto 54 y Haití es el de peor resultado en el puesto 167 con 1.870 dólares internacionales per cápita.

Según información del PIB per cápita del segundo trimestre de 2020 calculado en euros y publicado por 51 naciones, Colombia se ubicó en el puesto 47 con 1.054 euros per cápita; esa lista es encabezada por Luxemburgo (Europa) con 24.319 euros per cápita e India (Asia) aparece en el puesto 51 con 340 euros per cápita.

Quienes se han acostumbrado a ver al resto de la humanidad como un enemigo al que hay que superar o eliminar para sobrevivir, además de ver el «vaso medio vacío» seguirán afirmando que Colombia es un país pobre y que, por lo tanto, el estado mediante el uso de su poder soberano debe despojar a los que más tienen riquezas para repartirla entre aquellos que han producido menos; sin embargo, quienes no solo analizamos la realidad y la actualidad con optimismo, sino que miramos lo porvenir como una gran oportunidad para continuar superándonos y progresando al mismo tiempo que inspiramos a otros a nuestro alrededor poniendo en práctica el magnánimo consejo que nos exhorta «a trabajar, realizando un buen trabajo con sus manos para que tenga algo que dar a los necesitados», seguiremos mirando el «vaso medio lleno» y a nuestra nación en permanente vía de desarrollo. 

Y tú, ¿te consideras un individuo pobre?...