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domingo, 30 de agosto de 2020

REDUCCIÓN DE LOS GASTOS DEL ESTADO

Si existe un tema al que he dedicado gran parte de los últimos años a estudiarlo es el de la pobreza. He indagado estadísticas globales, nacionales, territoriales y locales, también he aprendido sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS que la Organización de las Naciones Unidas ONU estableció en su Agenda 2030, he analizado las metodologías usadas en Colombia para medir la pobreza y antes de la crisis actual tenía un gran optimismo frente al avance de Colombia y del planeta en general en la reducción de la misma. Por lo anterior, me atrevo a hablar sobre pobreza en cualquier escenario, no con autoridad sino con argumentos. 

Cuando se habla de pobreza es casi imposible no hacer referencia a los individuos más ricos del planeta o del país; por ejemplo, esta semana se dio a conocer que Jeff Preston Bezos en la actualidad es el hombre más rico del planeta con un patrimonio aproximado de doscientos dos billones de dólares (US$202.000.000.000) que equivalen a casi setecientos sesenta billones de pesos ($759.596.760.000.000) que corresponden al 71,53% del Producto Interno Bruto de Colombia; en otras palabras, para acumular la riqueza de Bezos todos los colombianos deberíamos trabajar durante casi 9 meses; por eso puedo afirmar que si repartiéramos todas las posesiones del hombre más rico entre todos los pobres del mundo el resultado sería un pobre más. Por otro lado, los hombres más ricos de Colombia son Luis Carlos Sarmiento Angulo, Jaime Gilinski Bacal y Carlos Ardila Lülle con una riqueza aproximada de 45,9; 13,5 y 9,4 billones de pesos cada uno. Sumando la riqueza de los tres se obtendría como resultado casi el 6,5% del PIB colombiano.

El DANE dio a conocer esta semana que el gasto del gobierno general por finalidad durante el 2019 fue de casi 335 billones de pesos (31,54% del PIB), lo cual significa que el estado colombiano en un año se gasta el equivalente al 43,4% de la fortuna del hombre más rico del planeta y, teniendo en cuenta que los estados no producen riquezas, sino gastos, para financiarse necesitan que todos trabajemos y paguemos los tributos.

No conozco la base desde la cual se puede decir que una persona es rica o no, a diferencia de que sí se ha establecido una línea de pobreza internacional que genera mucha discusión en nuestro país.

En 1990 un grupo de investigadores propuso la utilización de los patrones de los países más pobres del mundo para calcular la población pobre del planeta para lo cual analizaron las líneas de pobreza de algunos de los países más pobres y las convirtieron a una moneda común usando la paridad del poder adquisitivo (PPA) y a partir de ella los investigadores concluyeron que en seis de los países más pobres el valor de la línea de pobreza nacional era de alrededor de US$1 al día por persona, valor que se tomó como la base de la primera línea de pobreza internacional; en el año 2005, esta se revisó sobre la base de 15 líneas de pobreza de los países más pobres del mundo y el resultado fue de US$1,25 al día por persona, que se tomó como la nueva línea de pobreza internacional; sin embargo, usando el mismo método en el año 2015 se determinó que la nueva línea de pobreza internacional es de US$1,90; en consecuencia, en Colombia una persona se considera pobre si tiene ingresos diarios por debajo de $7.145 ($214.342 al mes), según mis cálculos con base en la TRM del dólar. Muchos de las personas que tienen ingresos por encima de esa cifra la critican a partir de su percepción, pues ignoran que detrás de ese número a nivel mundial hay una gran cantidad de seres humanos que tienen que arreglárselas a diario para sobrevivir con ese ingreso. La solución más fácil para algunos sería quitarles su patrimonio a los más ricos y repartirlo entre los más pobres, pero como ya vimos esa «solución» lo único que lograría es que los ricos también se conviertan en pobres. A partir de esta idea se creó el índice de Schutz (también conocido como índice de Hoover o índice de Robin Hood) que mide los resultados de redistribuir los ingresos totales de la población más rica entre la población más pobre.

Casi todos conocemos la leyenda de Robin Hood y, por consiguiente, sabemos que él no le quitaba el dinero a los ricos para darlo a los pobres, sino que le quitaba al rey los tributos que recaudaba a la fuerza para devolverlos a sus legítimos dueños. Hago esta aclaración para advertir que si como sociedad quisiéramos implementar políticas públicas justas al estilo de Robin Hood, entonces lo que deberíamos exigir es la reducción de las diferentes tasas de tributación (IVA, ICA, renta, retención en la fuente, etc.) que golpean nuestro poder adquisitivo como individuos.

El tamaño de los estados debería ser proporcional al tamaño de la población que se ubica debajo de la línea de pobreza internacional y, en mi opinión, es hacia quienes hacen parte de este segmento poblacional que deberían enfocarse los programas sociales como por ejemplo la renta básica propuesta en el Foro Económico Mundial y cuya implementación se discute en diferentes naciones de la tierra, incluida Colombia en cuyo Congreso de la República el 20 de julio pasado se radicaron cuatro proyectos de ley de los cuales el que presentó el Partido Liberal Colombiano se asemeja más a lo que planteo en estas líneas de opinión.

Si dirigimos la atención estatal solo a los más vulnerables, entonces no sería necesario un estado paquidérmico, ineficaz e ineficiente como el que ahora tenemos; en consecuencia, tampoco sería necesario un gasto público en los niveles actuales y, por lo tanto, no sería necesario recaudar tantos recursos a través de impuestos y contribuciones onerosas que reducen la capacidad de consumo de todos los individuos colombianos.

La mejor manera de estimular la reactivación económica de los individuos, de los hogares y de las empresas no es aumentando las tasas de tributación y tampoco haciendo que el estado gaste más, sino todo lo contrario, ya que como lo he descrito si la riqueza no se crea entonces no habrá nada que redistribuir.

domingo, 23 de agosto de 2020

AUMENTO DE IMPUESTOS EN MEDIO DE LA CRISIS

Antes de que en Europa se diera el movimiento cultural e intelectual denominado «La Ilustración», la principal forma de gobierno de las sociedades era la monarquía que tiene como característica principal la sucesión del poder de una generación a otra dentro de una misma familia, ya que el cargo supremo del gobernante (monarca o rey) se considera personal, vitalicio, hereditario y se sostiene con los tributos de sus súbditos o gobernados.

«La Ilustración» recibió esta denominación porque buscaba que la humanidad saliera de la ignorancia y de la servidumbre a través de las luces del conocimiento y de la razón; por eso durante el siglo XVIII, conocido como el Siglo de las Luces, los intelectuales procuraron presentar sus pensamientos científicos, filosóficos, políticos y literarios; estos intelectuales fueron influenciados por los escritos del médico y filósofo inglés John Locke, «Padre del Liberalismo Clásico», cuyo pensamiento logró tener gran influencia en la Revolución Estadounidense que permitió la independencia de las colonias norteamericanas de la monarquía británica en 1783 que las obligaba a entregar más tributos para sostener sus «arcas públicas», dando paso a la Constitución de los Estados Unidos como un documento liberal. Los estadounidenses se liberaron del sistema monárquico y optaron por ser una república, pero lo más importante es que dieron un ejemplo que comenzó a imitarse a lo largo de todo el planeta y muy pronto fue copiado por otro movimiento emancipador en el año 1789, la Revolución Francesa, que le dio paso a la república en 1792 y es el símbolo histórico del triunfo del pensamiento liberal.

La Revolución Estadounidense y la Revolución Francesa tuvieron su fundamento en la filosofía liberal, pero en el siglo XX las ideologías absolutistas y populistas (fascismo y comunismo) se impusieron por la fuerza en algunas naciones, lo cual condujo a dos guerras mundiales en las que, por fortuna, vencieron las naciones en donde predominaba el pensamiento liberal cuya finalidad es una sociedad de individuos libres de la coerción gubernamental que les impone cargas tributarias para sostener a un grupo reducido de personas que hacen parte de lo que se denominan los poderes del estado.

Latinoamérica y, por supuesto, Colombia no han sido ajenas a esta lucha que ya no se da contra las monarquías sino contra quienes buscan imponernos ideologías cuyo fin es el crecimiento del tamaño de los estados y, por consiguiente, al igual que los monarcas, necesitan imponer mayores tributos a los individuos.

Para hablar del caso colombiano debo comenzar diciendo que durante los meses de agosto, septiembre y octubre muchos debemos presentar declaración de renta ante la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales DIAN y con base en ella muchos de los que trabajamos para llevarle el sustento diario a nuestras familias y para mejorar nuestra calidad de vida debemos contribuir de forma obligatoria (por eso se les llama impuestos) a las arcas del estado una parte importante de lo que produjimos durante el año 2019.

Para que nos hagamos una idea de cuánto nos cuesta a los colombianos sostener al aparato estatal debo decirles que nos toca trabajar aproximadamente 110 de los 365 días del año para financiar el gasto público; es decir, debemos dedicar 3,65 meses de los 12 para mantener el gasto del estado colombiano, lo cual se debe a que el Presupuesto General de la Nación de una vigencia fiscal equivale al 30% de lo que producimos en conjunto todos los colombianos durante un año; en otras palabras, 30 de cada 100 pesos que nos ganamos trabajando se los gasta el estado; si eso no es esclavitud en pleno siglo XXI, entonces ¿qué lo es?.

A principios de este mes (agosto de 2020) la Corte Constitucional (uno de los órganos que hace parte de los poderes del estado) tumbó el impuesto solidario creado mediante el Decreto 568 de 2020 que gravaba con tarifas entre 10% y 20% a los servidores públicos que ganaran más de $10.000.000 al mes (solo 22.429 de 1.086.246 servidores públicos), que en comparación con lo devengado por los demás trabajadores del país es bastante alto; sin embargo, con fundamento en conceptos de fiscales, jueces, magistrados, profesores, funcionarios de la Procuraduría o la Contraloría (todos ellos parte del poder del estado) que consideran que esos $10.000.000 constituyen su mínimo vital la Corte declaró inconstitucional el decreto. ¿Así funcionan las monarquías?.

Este impuesto fue destinado a subsidiar las nóminas de algunas empresas del sector privado para evitar que cerraran sus puertas y tuvieran que despedir a sus empleados. Por eso es importante resaltar que durante la crisis actual se han destruido en Colombia cerca de 5.000.000 de empleos y que todos los puestos de los servidores públicos se han mantenido a pesar de la crisis; es decir, los nuevos desempleados provienen del sector privado. La cifra más aterradora es la del decrecimiento de la economía colombiana en un 15,7% durante el segundo trimestre de 2020 (abril a junio), eso quiere decir que en solo tres meses todos los colombianos en conjunto perdimos la mitad de lo que se gasta el estado en un año.

Por todo lo anterior, cuando el Ministerio de Hacienda y Crédito Público anunció que se requería una nueva reforma tributaria para financiar el gasto del estado todos los opositores del Gobierno Nacional pusieron el grito en el cielo, por lo que el gobierno aclaró que este año no se tramitaría reforma tributaria alguna, pero que el próximo año sí; sin embargo, los mismos que se escandalizaron por el anuncio gubernamental, radicaron ante la Cámara de Representantes el pasado 20 de julio el Proyecto de Ley 070/2020C (https://www.camara.gov.co/impuesto-solidario-covid-19) que busca modificar el inconstitucional Decreto 568 de 2020 haciéndolo permanente para las personas naturales y para las empresas que sobrevivan a la crisis ¡Qué premio y qué estímulo! ¡Son unos genios!.

Solo para analizar lo que este proyecto de Ley le haría a las personas naturales hay que decir que quien gane entre $3.234.303 y $5.044.325 le sería expropiado el equivalente a 69,4 días trabajados en el año (2,3 meses); si gana entre $5.044.325 y $12.165.725 le confiscarían los ingresos de 102,2 días de trabajo anual (3,4 meses); así iría ascendiendo el tributo hasta quienes ganen más de $267.052.500 al mes (no sé si alguien en Colombia gane esta cifra como persona natural) tendrían que trabajar 200,8 días del año (6,6 meses) para mantener el gasto público colombiano. Quizás en otro momento haga el análisis de lo que ocurriría con las empresas existentes o las que quieran conformarse dentro del territorio nacional. En otras palabras, seamos empresarios o no, por obligación toca trabajar durante algún tiempo para sostener el gasto administrado por quienes nos gobiernan ¿Cuál es la diferencia con las monarquías?.

Aunque el Gobierno Nacional ha anunciado de manera reiterada que no hará una reforma tributaria este año, no me sorprendería que le dé el visto bueno a esta iniciativa parlamentaria, obviamente con las modificaciones que proponga el Ministerio de Hacienda y Crédito Público y que, en consecuencia, en diciembre el aguinaldo que nos den sea la aprobación de una reforma tributaria inconveniente para la reactivación de la economía del país, pero muy conveniente para los individuos que hacen parte de los tres poderes del estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. ¡Aunque algunos de ellos mientan diciendo que nunca han hecho parte del poder en Colombia!.

¿Qué otra cosa podemos esperar de los individuos que desde el poder político se han negado a reducir el número de parlamentarios y los onerosos sueldos que reciben por aprobar normas que reducen las libertades individuales de quienes tienen que trabajar para mantener sus altos ingresos, sus camionetas blindadas, sus costosos esquemas de seguridad, sus privilegiados regímenes especiales de salud, sus altas pensiones, la educación de sus hijos en las más prestigiosas universidades del mundo y hasta sus planes de telefonía móvil?

Cierro diciendo que durante la instalación de la Comisión de Expertos Tributarios, la «lumbrera» que dirige la DIAN dejó abierta la posibilidad de revisar las deducciones tributarias de los contribuyentes que tienen hijos o dependientes. Bien afirma el economista liberal argentino Javier Gerardo Milei: «Podrás ver a los políticos pelear fuertemente pero siempre se pondrán de acuerdo en una sola cosa de modo instantáneo: Subirnos los impuestos».

domingo, 16 de agosto de 2020

LOS NÚMEROS NO MIENTEN

Las ciencias exactas, ciencias puras, ciencias duras o ciencias fundamentales crean conocimiento a partir de la observación y de la experimentación; sus resultados pueden ser expresados en lenguaje matemático. La matemática es considerada una ciencia exacta, pura, dura o fundamental que estudia las propiedades y relaciones de los números y otros símbolos como formas abstractas haciendo uso del proceso de razonamiento lógico; su raíz etimológica proviene del del latín «mathematĭca», que a su vez proviene del griego μαθηματικά y este se deriva de μάθημα mathema»), que se traduce como «conocimiento».

Desde niño me enamoré de la matemática y esto hizo que tuviera facilidad para entender los números, así como también para usar el razonamiento lógico en mi forma de pensar. En la universidad, además de profundizar el estudio de la lógica booleana para comprender el «lenguaje de máquina» de los computadores a partir de los ceros y los unos (falso y verdadero, como lo había aprendido en la secundaria), también aprendí a plantear diferentes soluciones a los problemas mediante el uso de algoritmos y lenguajes de programación; a través del análisis de sistemas comencé a mirar a los números como datos, a partir de los cuales se puede generar información útil para crear conocimientos. Más tarde, al estudiar administración, pude comprender que toda actividad es susceptible de ser medida a través de indicadores con la finalidad de hacerle seguimiento y evaluaciones periódicas que permitan mejorar las acciones de forma orgánica y sistemática. Solo hay que descubrir las variables claves y su relación para tener los indicadores adecuados que nos ayuden a cuantificar la evolución de las acciones que ejecutamos y tomar decisiones guiados por el conocimiento y no por las emociones.

He aprendido también que los números, por ser abstractos, no tienen alguna manifestación emocional y que quienes dedicamos nuestra vida a estudiarlos o a aplicarlos terminamos pareciéndonos a ellos. Los números solo se encargan de representar la realidad como es, no como las personas pensamos, sentimos o deseamos que debería ser. Un seis ha sido, es y será un seis, a pesar de que existan algunos despistados o mentirosos que quieran hacerle creer a los demás que un seis también puede ser un nueve o viceversa.

Cuando comenzaron a conocerse estadísticas de la epidemia ocasionada por el nuevo coronavirus y, por consiguiente, su inevitable llegada a todos los rincones del planeta muchos quisimos pensar con el deseo de que aquel virus chino no contagiaría a nuestro entorno cercano. Preferimos quedarnos con la «posibilidad idealista» de que se podían impedir e ignoramos las «probabilidades reales» de que muchos se enfermarían y un porcentaje de éstos fallecería. Una variable impredecible por la cual la mayoría de epidemiólogos en todo el planeta se ha equivocado en sus recomendaciones para que los gobiernos puedan hacer una mejor gestión de la epidemia es la conducta individual de cada ser humano. Con algunos compañeros de pensamiento conversamos sobre este tema en el caso colombiano. No somos adivinos, videntes o profetas, pero nuestros temores de lo que ocurriría en Colombia se han ido cumpliendo en estos meses y aun falta, ya que no hemos comenzado todavía el descenso en la curva de contagios y de muertes.

Los gobernantes territoriales se dejaron ganar la carrera frente al coronavirus y se despreocuparon de tener indicadores reales de las estadísticas de contagio, a pesar de que el marco normativo adoptado durante el Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica declarado por el Gobierno Nacional les facilitaba esta tarea, prefirieron lavarse las manos y dejarle toda la responsabilidad a las Entidades Promotoras de Salud. La falta de cultura y de conocimientos de las administraciones territoriales para hacer seguimiento y control a su accionar facilitó que hoy no tenga sentido publicar estadísticas de contagios de hace dos semanas y hasta más. Con la intención de dejar la sensación ante la opinión pública de que sí están haciendo algo, de forma inútil intentan frenar los contagios mediante toques de queda y enviando unidades de policía y del ejército a diferentes sectores de las ciudades y de las zonas rurales, cuando lo que debieron hacer desde temprano fue preparar a un ejército de personas que implementara la estrategia PRASS (Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible) y habilitar los laboratorios de salud pública departamentales para no depender del Instituto Nacional de Salud en Bogotá. Frente a la realidad de la ineficacia de las medidas gubernamentales actuales para incidir en la reducción de los contagios lo único que queda es esperar que el comportamiento natural del virus haga lo que le corresponde y el sistema inmunológico de cada individuo haga lo propio.

Aunque tengo la convicción de que los números no mienten yo espero, apreciado lector, que tú seas uno de los 99.093,4 de cada 100.000 colombianos a los que hasta el día de ayer (15/08/2020) no le habían confirmado su contagio por el nuevo coronavirus y que sigas haciendo parte de los 99.970,6 de cada 100.000 compatriotas que no han fallecido por el contagio de este virus.

Podría dejar mi opinión de hoy hasta ahí, pero debo decirte que por encima de los números existe Alguien que tampoco miente, se muda o cambia; quizás no puedas creer en Él porque no tienes evidencias de que exista o quizás te resistas a creerle a pesar de que los números han demostrado que Él no miente, pero a través de dos hombres que se hallaban encerrados en contra de su voluntad, le dio esperanza a un hombre que creía ser libre y en en medio de una crisis quería suicidarse:

«Luego los sacó y les preguntó:

— Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?

Ellos contestaron:

— Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia» (Hechos 16:30-31).

El mejor consejo que puedo darte en medio de esta epidemia es ese mismo: ¡Cree en el Señor Jesucristo!

Que Dios bendiga a nuestra Nación.

domingo, 9 de agosto de 2020

¿LAS LEYES DAN LIBERTAD?

El 7 de agosto de 2020 (hace 2 días) se conmemoraron 201 años de la Batalla de Boyacá en la que además de Simón Bolívar uno de los principales protagonistas fue Francisco de Paula Santander, quien es conocido como «el hombre de las leyes» quizás por el dictum «Colombianos: las armas os han dado la independencia, pero solo las leyes os darán la libertad» que pronunció el 30 de agosto de 1821 en el Congreso de Cúcuta, en el que fue elegido como Vicepresidente de Colombia. Esta frase se encuentra escrita en el Palacio de Justicia de Colombia en Bogotá y dio origen a la expresión «santanderismo» que hace referencia a la intrascendencia o incumplimiento de las normas.

Fuente: https://www.ambitojuridico.com/noticias/analisis/constitucional-y-derechos-humanos/deliberacion-y-dilacion-en-el-control-de

Por lo anterior, mi opinión de hoy gira en torno a las leyes colombianas como un impedimento para que los individuos puedan disfrutar de sus libertades a plenitud.

Bruno Leoni, filósofo y abogado italiano, con su libro «La libertad y la ley» hizo un gran aporte a la teoría del liberalismo y en él expone razonamientos de la tradición griega y romana; entre otras cosas señaló lo siguiente:

«La concepción griega de la certeza de la ley era la de una ley escrita. Aunque no estamos directamente interesados aquí en los problemas de investigación histórica, es interesante recordar que los griegos, especialmente en sus primeros tiempos, tuvieron también un concepto del derecho consuetudinario y, en general, del derecho no escrito. El mismo Aristóteles habla de este último. Éste no debería ser confundido con el concepto, más reciente, de la ley como un complejo de fórmulas escritas en el sentido técnico que el término nomos asumió durante los siglos V y IV antes de Cristo. Pero los antiguos griegos, en un periodo más maduro de su historia, llegaron a cansarse de su idea usual de la ley como algo escrito y promulgado por cuerpos legislativos tales como la asamblea popular ateniense.

El ejemplo de los antiguos griegos viene particularmente a cuento a este respecto, no sólo porque fueron los iniciadores de los sistemas políticos adoptados más tarde por los países occidentales, sino también porque casi todo el pueblo griego, particularmente los atenienses, era partidario sincero de la libertad política, en un sentido perfectamente comprensible para nosotros y comparable con el nuestro.» (https://www.elcato.org/bibliotecadelalibertad/la-libertad-y-la-ley-html#lf03_div_008)

Aunque fueron los griegos los que propusieron los fundamentos filosóficos del pensamiento liberal, sobre todo Platón con su propuesta de «La República», cuyas ideas recogería el economista y filósofo Adam Smith siglos después en «La Riqueza de las Naciones» (de eso me referiré en otra ocasión), fueron los romanos quienes pusieron en práctica esas ideas creyendo que «Para ser libres hay que ser esclavos de la ley» (Marco Tulio Cicerón); sin embargo, ellos mismos alcanzaron a advertir la amenaza que se derivaría de creer que las leyes eran las garantes de la libertad de los individuos: «Cuanto más corrupta es la República, más corruptas son las leyes» (Cornelio Tácito).

El economista, ingeniero, exministro de salud y protección social y actual rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, en su libro «Siquiera tenemos las palabras», dijo lo siguiente: «Las leyes, por ejemplo, no cambian el mundo. Algunas veces son más una forma de evasión que un instrumento para la solución de los problemas»; sin embargo, en Colombia tenemos la concepción santanderista de que los problemas se arreglan «mágicamente» con la expedición de una nueva norma.

El video «Integridad, transparencia y lucha contra la corrupción», producido por la Escuela Superior de Administración Pública ESAP, citando al Canal Uno (2017) revela que desde la creación del Congreso de la República, el 27 de noviembre de 1820, hasta el año 2017, Colombia tenía un número de 5.967.000 leyes, de las cuales casi todas se encuentran vigentes; si incluimos toda la jurisprudencia existente, además de las ordenanzas departamentales, los acuerdos municipales, los decretos y las resoluciones expedidas por diferentes entidades del estado facultadas para hacerlo, entonces podríamos afirmar que todo este acervo de normas limitan el ejercicio de nuestras libertades individuales en lugar de darnos libertad, como sentenció Santander.

Agreguémosle a todo lo anterior que los congresistas colombianos para congraciarse con alguno de sus caudillos y no con las libertades de sus conciudadanos presentan proyectos de Acto Legislativo para modificar algún articulito de la Constitución Política, entonces encontramos que en menos de 30 años de vigencia de nuestra Carta Magna se han hecho más de 50 reformas constitucionales. Pocas de las iniciativas legislativas presentadas en cada legislatura tienen la finalidad de brindar o garantizar mayores libertades al individuo y, por el contrario, lo que buscan es crear imposiciones, limitar libertades, aumentar tributos, crear trámites para que el individuo tenga mayor dependencia del estado; no obstante, gran parte de esas iniciativas legislativas le brindan privilegios a quienes hacen parte de la clase política. Cuando un individuo tiene alta dependencia del estado, su libertad está muy comprometida.

Si las leyes dieran libertad, como dijo Santander, entonces Colombia sería uno de los países más libres del mundo con un promedio de expedición de 30,3 leyes por año; sin embargo, nuestra realidad nos demuestra todo lo contrario: La libertad, vista como el poder de los individuos para ser libres, se encuentra limitada por el poder del estado para ejercer coerción sobre los primeros, utilizando como instrumento para hacerlo las leyes que deberían garantizar un mayor disfrute de la libertad. ¡Qué gran paradoja!.

Lo que resulta más paradójico es que Francisco de Paula Santander es considerado como fundador del Partido Liberal Colombiano, por lo cual, casi dos siglos después de que pronunciara su famosa frase, si tuviera al hombre de las leyes frente mí tendría que decirle: «Francisco de Paula, te equivocaste, pues las leyes no nos dieron la libertad, sino todo lo contrario, nos la limitaron».

domingo, 2 de agosto de 2020

MEDIDA MEDIEVAL Y SAQUEO HISTÓRICO


El filósofo Lucio Anneo Seneca dijo “Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones” y como estoy de acuerdo con este pensamiento quiero arriesgarme a que algunos de mis amigos me etiqueten como “dueño de la verdad absoluta” y por ello he decidido continuar publicando mis opiniones a través de esta tribuna, escribiendo hoy sobre la inutilidad de los toques de queda o confinamientos estrictos y sobre las consecuencias del saqueo histórico de los recursos de la salud pública.

De antemano, agradezco a todos los que leen mis opiniones estando o no de acuerdo con ellas.

1. MEDIDA DE LA EDAD MEDIA

Una semana después de que se confirmara el primer caso de Covid-19 en Colombia y antes de que el Gobierno Nacional decretara el Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, publiqué en mi anterior cuenta de Facebook que “Las emergencias son los pretextos de los gobiernos para erosionar las libertades individuales” previendo los abusos gubernamentales en contra de los derechos fundamentales de los colombianos. Por otro lado, Édgar Varela, filósofo con un PhD en administración y rector de la Universidad del Valle sostuvo que “desde el confinamiento, la prioridad es la de la vida y no de la libertad. Se restringe la libertad para garantizar el derecho a la vida” y califica esta medida como “medieval, producto de la poca preparación y la falta de herramientas tecnológicas”. Hace dos días (31/07/2020), la Alcaldesa de Bogotá “descubrió el agua tibia” y afirmó “Lo que está claro es que el sitio de mayor riesgo de contagio es la casa”, pues a pesar del estricto confinamiento al que ha sometido mediante decretos gubernamentales a gran parte de la capital colombiana el número de contagios sigue aumentando; es decir, el confinamiento que vulnera derechos fundamentales ha resultado inútil para detener los contagios.

Ya vimos como “la rebelión de las canas” mediante una acción de tutela hizo valer sus derechos, vulnerados por los gobernantes y también vemos como en Berlín los individuos han comenzado a manifestarse en contra de las restricciones a través de una marcha que denominaron “El fin de la pandemía: El día de la libertad”, ya que si las restricciones no logran la finalidad de frenar el aumento en el número de contagios, entonces no tiene fundamento alguno que nos sigan manteniendo encerrados en contra de nuestra voluntad, ¿en qué nos diferenciamos de los delincuentes a quienes los administradores de justicia les han dado “casa por cárcel” para que paguen a la sociedad por las faltas cometidas?.

Si algo nos enseñó la actual crisis mundial es que la minoría más desprotegida y más discriminada sobre el planeta (el individuo) no necesita de unidades policiales para autocuidarse, así como la historia nos ha demostrado de manera reiterada que esa minoría no necesita del paternalismo estatal para superarse. Desde el comienzo de esta crisis, dije también, que cada individuo sobre el planeta debía considerarse miembro del personal de la salud para controlar el contagio. Quienes se han contagiado lo han hecho por su descuido individual al no usar elementos de protección personal, no distanciarse de los demás y no lavarse las manos de forma adecuada y permanentemente. Por eso no veo justificación en que agredan al personal de la salud o culpen a los gobiernos o a las EPS por algo que desde un principio era su responsabilidad.

2. SAQUEO HISTÓRICO

Por otro lado, quienes creen que los problemas de Colombia se arreglan con más plata insisten en el aumento de los presupuestos en salud pública ignorando que este es el segundo sector con mayor inversión del Presupuesto General de la Nación después de la educación; justifican la petición de más recursos en una supuesta deuda histórica por el abandono estatal. Algunos piensan eso por ingenuidad, pero otros (los que hacen parte del poder como gobierno o como oposición) lo hacen por interés en que la cantidad de recursos públicos de la salud sigan aumentando, pues saben que si existe algún dinero que no les faltará es el del estado. Estos últimos entienden que la Nación siempre le ha cumplido al sector salud haciendo las transferencias que le corresponden para la “atención de la población”; sin embargo, cuando los dineros públicos llegan a las arcas de las Gobernaciones, Alcaldías y Hospitales de la red pública desaparecen como “por arte de magia” sin que alguno de los ciudadanos indague acerca de lo que hicieron con esos recursos.

En mi opinión, no ha habido abandono estatal, ya que los recursos que la Nación recauda de nuestros tributos los irriga en todo el territorio nacional y, por consiguiente, tampoco existe una deuda histórica, lo que ha habido es un saqueo histórico perpetuado por caciques o gamonales territoriales, que con la complacencia de muchos individuos con pensamiento caudillista expresan “no importa que roben, mientras hagan”; por ello es común que defiendan la compra de fincas, vehículos ostentosos y viajes de estos personajes corruptos con los recursos que han saqueado de las arcas estatales, ya que como piensan esos caudillos locales “a los perros hay que tirarles un hueso” y con eso se conforman para salir en defensa de sus caciques.

Miremos el caso del departamento de Córdoba, en donde a través de diversos carteles los caudillos se robaron los recursos de la salud pública y, a pesar de ello, tienen muchos seguidores que por un “hueso” los defienden, justificando el saqueo histórico con expresiones como “para que el progreso continúe” ¿Cuál progreso?.

El mes pasado (13/07/2020) el Gobernador de Córdoba recibió las obras de infraestructura física del Laboratorio de Salud Pública del departamento con la finalidad de “aumentar la capacidad de procesamiento de pruebas clave para la estrategia PRASS (Pruebas, Rastreo, Aislamiento Selectivo y Sostenible)” y con el que se elevaría a 300 pruebas PCR diarias la capacidad de procesamiento y de respuesta de la red de salud pública departamental ante la pandemia de la Covid-19. Se tiene una alta dependencia del laboratorio del Instituto Nacional de Salud y aun así nos alarmamos preguntándonos ¿por qué en Córdoba tardan tanto los resultados de las muestras tomadas mientras en otros departamentos tardan de 3 a 5 días?.

En conclusión, la responsabilidad de que la tasa de contagios se reduzca o aumente es de cada individuo y poco o nada es lo que pueden hacer las autoridades para cambiar la situación cuando no fueron capaces de detectar los focos de contagio desde temprano y hacer los correspondientes cercos epidemiológicos sin necesidad de erosionar las libertades de los individuos no contagiados; asimismo, cada individuo debe reflexionar sobre su complicidad en el saqueo de los recursos de la salud por parte de caudillos que poco aportan y es mucho el daño que han hecho, como nos lo ha demostrado el Covid-19.