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domingo, 9 de mayo de 2021

EL ROSTRO DE LA POBREZA COLOMBIANA

― ¿En qué trabajas? ― me preguntó alguien esta semana.
― Soy empleado de la Alcaldía de Bucaramanga ― respondí.
― ¡Entonces debes tener mucho dinero! ― dijo mi interlocutora.

Este corto diálogo demuestra la forma ligera en la que los colombianos y los latinoamericanos en general hacemos juicios sin fundamento acerca de la riqueza y de la pobreza; por ejemplo, es muy común que algunos piensen que un empresario es alguien que tiene mucho dinero, como estaba convencida mi interlocutora acerca de mí, por lo que enseguida se añade al pensamiento que debe ser un explotador que ha hecho sus riquezas exprimiendo a sus empleados y no se le mira como un benefactor de la sociedad que está contribuyendo al desarrollo de la nación. En mi opinión no solo existe una falsa percepción acerca de quienes son los ricos, sino también de quienes pueden ser considerados pobres.

La semana pasada les compartí mi opinión acerca de las estadísticas de la pobreza en Colombia en el 2020, año en el que los mayores aumentos de la incidencia de la pobreza se dieron en las ciudades en donde más se contrajo la ocupación. Hoy, con fundamento en las cifras que publicó el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE la semana pasada y la que acaba de finalizar, quiero hacer una descripción del rostro de la auténtica pobreza colombiana.

Según sexo del jefe del hogar, la pobreza monetaria en Colombia arrojó un resultado de 40,1% para los hogares pobres encabezados por hombres y de 46,7% para los hogares pobres encabezados por mujeres; con relación a la edad, el mayor porcentaje lo mostraron los hogares pobres cuyo jefe es menor de 25 años con 50,7%; seguido por los que están en el rango de 26 a 35 años con 50,4%; luego los que se ubican entre los 36 y 45 años con 47,4%; con 40,7% siguen los hogares pobres encabezados por personas entre 46 y 55 años; los que tienen un jefe entre los 56 y los 65 años representan el 36,2% y los hogares pobres con jefes mayores de 65 años representan el 30,3%; es decir, la incidencia de la pobreza monetaria es mayor cuanto más joven es el jefe del hogar.
Con relación al nivel educativo del jefe del hogar, el mayor porcentaje es de 49,6% para los hogares pobres cuyo jefe no tiene algún nivel educativo o solo estudió la primaria; le siguen los hogares pobres cuyo jefe solo alcanzó el nivel educativo de la secundaria con 46,3%; con 30,2% están los hogares pobres cuyo jefe estudió un programa técnico o tecnológico y con solo el 15,7% aparecen los hogares pobres cuyos jefes tienen un nivel educativo universitario o de posgrado; con base en lo anterior, se puede decir que cuanto mayor es el nivel educativo del jefe del hogar menor fue el porcentaje de pobreza de los hogares.

De acuerdo con la situación laboral, los hogares pobres cuyo jefe estuvo desocupado el año pasado representan el 69,1%, mientras que los encabezados por un jefe ocupado representan 38,7% y los hogares pobres con jefes inactivos son el 44,5%. El menor porcentaje de pobreza lo muestran los hogares cuyo jefe estuvo ocupado durante el año 2020.

Los hogares pobres cuyos jefes son asalariados representaron el 24,7% mientras que los encabezados por independientes (patronos y cuenta propia) o informales con el 50,9%; con respecto a los hogares pobres cuyo jefe está afiliado a un fondo de pensiones solo el 18,2% de los hogares tiene a su jefe de hogar afiliado y el 52,4% de los jefes de hogares pobres no está afiliado.

Con menores porcentajes pero con similar comportamiento se observa la incidencia de pobreza monetaria extrema según perfil de los jefes de hogar.

La caracterización de la pobreza monetaria en Colombia, hecha por el DANE con valores de corte usados por la OCDE, la CEPAL, la CAF y la Unión Europea, muestra que para el año 2020 los hogares pobres fueron aquellos con un ingreso per cápita inferior a $331.688 (línea de pobreza monetaria); es decir, si usted tenía el año pasado un hogar conformado por 3 personas y ese hogar recibió ingresos por debajo de $995.064 entonces usted y los demás miembros de su hogar pueden contarse entre los 21,5 millones de colombianos (42,5% de la población) que en el 2020 sobrevivieron por debajo de la línea de pobreza monetaria; en cambio si el ingreso monetario de su hogar estuvo por encima de la línea de pobreza y por debajo de $653.781 mensuales (30,4% de la población), usted no es clase media, pero tampoco puede considerarse pobre; mientras que si el ingreso promedio de los miembros de su hogar estuvo entre $653.781 y $3.520.360 al mes (25,4% de la población), entonces quienes conforman su hogar no hacen parte de la clase alta, pero están muy lejos de considerarse pobres, son clase media; por otro lado, si el ingreso promedio de los miembros de su hogar estuvo por encima de los $3.520.360 mensuales; es decir, si usted tiene un hogar conformado por 3 personas y recibieron ingresos totales superiores a $10.561.080, entonces se cuentan entre los pocos miembros de la clase alta colombiana (solo 1,7% de la población), al lado de congresistas, magistrados y grandes empresarios, entre otros.
Si se miran las cifras en lugar de los falsos estereotipos, entonces pueden diseñarse e implementarse mejores políticas públicas enfocadas a atender a los más vulnerables de la sociedad; para ello hay que dejar de considerar ricos a quienes no lo son y pretender que solo ellos sean quienes financien el gasto social del estado colombiano; de la misma manera hay que desechar la demagogia de los derechos y priorizar la atención de los millones de colombianos que se encuentran por debajo de la línea de pobreza monetaria; pues ¿acaso se puede decir que todos los campesinos son pobres, como muchos piensan, cuando solo 37,7% de quienes se dedican a la actividad económica de agricultura, ganadería, casa, silvicultura y pesca se ubica por debajo de la línea de pobreza?
Apreciados profesores estatales y demás servidores públicos, ¿Ustedes consideran que hacen parte de la población pobre colombiana? ¡Solo el 8,8% de quienes estamos dedicados a la actividad económica de administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana puede considerarse pobre de verdad!
El discurso demagógico de los derechos le ha hecho un gran daño a los pobres de Colombia, pues todos quieren exigir atención por parte del estado ¡De hecho la reciben!, pero quienes deberían ser la prioridad de la atención pública reciben menos que el resto de la población. Que los miembros de nuestra sociedad que se ubican en los 3 quintiles con mayores ingresos reciban el 57,8% de los recursos públicos destinados a los subsidios sociales debería avergonzarnos, pero en una sociedad en la que se premia a los corruptos y se ataca a quienes denunciamos estas aberraciones, los que logran acceder a subsidios estatales sin necesitarlos son considerados héroes nacionales ¡Así están los valores morales de nuestra sociedad!

domingo, 2 de mayo de 2021

POBREZA EN COLOMBIA

Con fundamento en los avances obtenidos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM, 193 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas ONU adoptaron en septiembre de 2015 los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS con 169 metas sociales, económicas y ambientales en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

El principal objetivo de la Agenda 2030 es «Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo» y, aunque parezca una utopía, los hechos de la historia reciente y las tendencias han demostrado que lograrlo es posible, ya que «A nivel mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015» ¡Esa es una realidad que los negacionistas no quieren aceptar y que muchos quieren desconocer!

El estado colombiano adoptó la «Estrategia para la Implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Colombia» mediante el Documento CONPES 3918 del 15 de marzo de 2018, que fijó un conjunto de metas trazadoras y de indicadores que facilitan el seguimiento y la evaluación para alcanzar los ODS por parte de Colombia; con base en ello yo he hecho un esfuerzo individual en incorporar los ODS en políticas públicas locales, ya que como le he compartido a muchos amigos, yo he visto el «rostro de la pobreza» y no me agrada; no me refiero a la pobreza de las «pobres viejecitas» que se quejan con frecuencia a través de las redes sociales, sino a los pobres reales; por lo anterior, cuando se propagó la epidemia del nuevo coronavirus y los gobiernos comenzaron a tomar medidas que golpean la economía de las naciones me desmoralicé y sentí gran tristeza por los millones de seres humanos que habían superado la pobreza y que regresarían a ella, pues como advirtió la misma ONU «las consecuencias económicas de la pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más, o lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población total mundial. Esta sería la primera vez que la pobreza aumente en todo el mundo en 30 años, desde 1990».

Los indicadores mostrados por Colombia en materia de pobreza me llenaban de entusiasmo, ya que, por ejemplo, habíamos pasado de tener un índice de necesidades básicas insatisfechas NBI de 27,7% en 2005 a 14,28% en 2018 y las diferentes metodologías usadas para medir la pobreza mostraban avances significativos en la superación de la pobreza. Cuando uno recorría los territorios y conocía testimonios de individuos que habían superado su condición de pobreza se llenaba más de optimismo, ya que no solo eran números o gráficas, sino que era la realidad de la población ¡Hasta quienes contradecían o cuestionaban las estadísticas eran una demostración viviente de su veracidad!

Por lo anterior, estuve esperando con algo de desasosiego los resultados nacionales de la pobreza durante el año 2020 y el pasado 29 de abril el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE los publicó, poniendo fin a mi espera. Es muy difícil enterarse de que 3.551.522 compatriotas fueron afectados durante el año 2020 y hoy hacen parte de un total de 21.021.564 de personas que están por debajo de la línea de pobreza y que 7.470.265 están por debajo de la línea de miseria; es decir, 2.781.383 colombianos más son pobres extremos.

Apreciado lector, para ilustrar mejor lo anterior y que se pueda dimensionar lo que esas cifras representan en el mundo real es indispensable explicar que el año pasado 21.021.564 de colombianos tuvieron ingresos mensuales per cápita por debajo de $331.688 (línea de pobreza) y el ingreso mensual de 7.470.265 individuos estuvo por debajo de $145.004 mensuales per cápita (línea de miseria).
Por esos más de 21 millones de colombianos es que soporto las críticas de unos cuantos ignorantes que no comprenden la realidad que viven esos compatriotas; por ellos es que reclamo la reducción de un estado que debería priorizarlos a ellos en sus políticas públicas y quitarle las ayudas estatales a los colectivos que con fundamento en la demagogia de los derechos ordeñan al estado colombiano mientras desplazan a quienes sí necesitan la subvención estatal; porque conozco la realidad que ellos viven y sé los esfuerzos que tienen que hacer a diario para sobrevivir es que desde los roles que la Divina Providencia me ha permitido desempeñar procuro ponerme a su servicio, favoreciéndoles con mis acciones.
Además de lo anterior, si se tiene en cuenta que la riqueza producida (PIB) por los colombianos en el año 2020 fue de 1.002.587 miles de millones de pesos corrientes, con un PIB per cápita de $1.658.624 mensuales, sé que muchos se sorprenderán cuando se den cuenta de que tienen ingresos superiores a los del colombiano promedio. No somos China ni Estados Unidos, pero tampoco somos las naciones africanas y asiáticas que se encuentran entre las más pobres del mundo. En materia de pobreza tampoco estamos como Venezuela, pero algunos quieren usar la fórmula que usaron allá para multiplicar el número de los pobres ¡La única fórmula efectiva para reducir la pobreza es la creación de riquezas! ¡Si las riquezas no se generan, entonces no hay algo para redistribuir!

En Colombia la corrupción administrativa se suma al desenfoque y el despilfarro del gasto de las entidades públicas, con un poder legislativo que no aprueba leyes a favor del pueblo, sino a favor de quienes ostentan los poderes del estado, un poder judicial que debería administrar justicia, pero tiene serios cuestionamientos por las altas tasas de impunidad y un poder ejecutivo que ejecuta mal los recursos públicos que recauda, además de unos órganos de control cuya eficacia y eficiencia está muy cuestionada, con congresistas, magistrados, jueces, fiscales, ministros, directores de departamentos administrativos, gobernadores, alcaldes, caciques indígenas, rectores de instituciones educativas públicas, entre otros, exigiendo la inyección de más dineros públicos hacen muy complicado que la finalidad de ponerle fin a la pobreza en Colombia vuelva a estar en la agenda nacional, no solo en los discursos sino en acciones concretas.

¡Dios tenga misericordia de la población pobre!