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domingo, 16 de agosto de 2020

LOS NÚMEROS NO MIENTEN

Las ciencias exactas, ciencias puras, ciencias duras o ciencias fundamentales crean conocimiento a partir de la observación y de la experimentación; sus resultados pueden ser expresados en lenguaje matemático. La matemática es considerada una ciencia exacta, pura, dura o fundamental que estudia las propiedades y relaciones de los números y otros símbolos como formas abstractas haciendo uso del proceso de razonamiento lógico; su raíz etimológica proviene del del latín «mathematĭca», que a su vez proviene del griego μαθηματικά y este se deriva de μάθημα mathema»), que se traduce como «conocimiento».

Desde niño me enamoré de la matemática y esto hizo que tuviera facilidad para entender los números, así como también para usar el razonamiento lógico en mi forma de pensar. En la universidad, además de profundizar el estudio de la lógica booleana para comprender el «lenguaje de máquina» de los computadores a partir de los ceros y los unos (falso y verdadero, como lo había aprendido en la secundaria), también aprendí a plantear diferentes soluciones a los problemas mediante el uso de algoritmos y lenguajes de programación; a través del análisis de sistemas comencé a mirar a los números como datos, a partir de los cuales se puede generar información útil para crear conocimientos. Más tarde, al estudiar administración, pude comprender que toda actividad es susceptible de ser medida a través de indicadores con la finalidad de hacerle seguimiento y evaluaciones periódicas que permitan mejorar las acciones de forma orgánica y sistemática. Solo hay que descubrir las variables claves y su relación para tener los indicadores adecuados que nos ayuden a cuantificar la evolución de las acciones que ejecutamos y tomar decisiones guiados por el conocimiento y no por las emociones.

He aprendido también que los números, por ser abstractos, no tienen alguna manifestación emocional y que quienes dedicamos nuestra vida a estudiarlos o a aplicarlos terminamos pareciéndonos a ellos. Los números solo se encargan de representar la realidad como es, no como las personas pensamos, sentimos o deseamos que debería ser. Un seis ha sido, es y será un seis, a pesar de que existan algunos despistados o mentirosos que quieran hacerle creer a los demás que un seis también puede ser un nueve o viceversa.

Cuando comenzaron a conocerse estadísticas de la epidemia ocasionada por el nuevo coronavirus y, por consiguiente, su inevitable llegada a todos los rincones del planeta muchos quisimos pensar con el deseo de que aquel virus chino no contagiaría a nuestro entorno cercano. Preferimos quedarnos con la «posibilidad idealista» de que se podían impedir e ignoramos las «probabilidades reales» de que muchos se enfermarían y un porcentaje de éstos fallecería. Una variable impredecible por la cual la mayoría de epidemiólogos en todo el planeta se ha equivocado en sus recomendaciones para que los gobiernos puedan hacer una mejor gestión de la epidemia es la conducta individual de cada ser humano. Con algunos compañeros de pensamiento conversamos sobre este tema en el caso colombiano. No somos adivinos, videntes o profetas, pero nuestros temores de lo que ocurriría en Colombia se han ido cumpliendo en estos meses y aun falta, ya que no hemos comenzado todavía el descenso en la curva de contagios y de muertes.

Los gobernantes territoriales se dejaron ganar la carrera frente al coronavirus y se despreocuparon de tener indicadores reales de las estadísticas de contagio, a pesar de que el marco normativo adoptado durante el Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica declarado por el Gobierno Nacional les facilitaba esta tarea, prefirieron lavarse las manos y dejarle toda la responsabilidad a las Entidades Promotoras de Salud. La falta de cultura y de conocimientos de las administraciones territoriales para hacer seguimiento y control a su accionar facilitó que hoy no tenga sentido publicar estadísticas de contagios de hace dos semanas y hasta más. Con la intención de dejar la sensación ante la opinión pública de que sí están haciendo algo, de forma inútil intentan frenar los contagios mediante toques de queda y enviando unidades de policía y del ejército a diferentes sectores de las ciudades y de las zonas rurales, cuando lo que debieron hacer desde temprano fue preparar a un ejército de personas que implementara la estrategia PRASS (Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible) y habilitar los laboratorios de salud pública departamentales para no depender del Instituto Nacional de Salud en Bogotá. Frente a la realidad de la ineficacia de las medidas gubernamentales actuales para incidir en la reducción de los contagios lo único que queda es esperar que el comportamiento natural del virus haga lo que le corresponde y el sistema inmunológico de cada individuo haga lo propio.

Aunque tengo la convicción de que los números no mienten yo espero, apreciado lector, que tú seas uno de los 99.093,4 de cada 100.000 colombianos a los que hasta el día de ayer (15/08/2020) no le habían confirmado su contagio por el nuevo coronavirus y que sigas haciendo parte de los 99.970,6 de cada 100.000 compatriotas que no han fallecido por el contagio de este virus.

Podría dejar mi opinión de hoy hasta ahí, pero debo decirte que por encima de los números existe Alguien que tampoco miente, se muda o cambia; quizás no puedas creer en Él porque no tienes evidencias de que exista o quizás te resistas a creerle a pesar de que los números han demostrado que Él no miente, pero a través de dos hombres que se hallaban encerrados en contra de su voluntad, le dio esperanza a un hombre que creía ser libre y en en medio de una crisis quería suicidarse:

«Luego los sacó y les preguntó:

— Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?

Ellos contestaron:

— Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia» (Hechos 16:30-31).

El mejor consejo que puedo darte en medio de esta epidemia es ese mismo: ¡Cree en el Señor Jesucristo!

Que Dios bendiga a nuestra Nación.

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